Es indudable que el candidato a la presidencia de GANA, Nayib Bukele, ha logrado generar curiosidad en un sector de la población. Sin embargo, hechos recientes muestran que gran parte de estos simpatizantes son precisamente eso, simpatizantes que no están dispuestos a movilizarse por este aspirante y su proyecto político.
Esta es la conclusión a la que ha llegado Ramiro Navas, un dirigente juvenil de la izquierda que por años ha trabajado en desarrollo territorial, políticas de juventud y ha gestado alianzas de diversos sectores para el principal partido de izquierda en el país, el FMLN.
De cara a las elecciones legislativas y municipales de 2015, a Navas y otros jóvenes le fue encomendada la misión de trabajar una estructura en la capital para apoyar la candidatura de Bukele, cuando aspiraba a comandar la Alcaldía de San Salvador bajo el auspicio del FMLN.
(Vídeo por Óscar Portillo)
Por su conocimiento del territorio y por haber trabajado en la campaña de Bukele, pero desde el bando del partido que en 2017 lo expulsó, este dirigente juvenil ofrece un termómetro interesante de qué tan fuerte es el compromiso de los simpatizantes de GANA y su candidato de cara al 3 de febrero.
“Va a tener su respaldo electoral, como cualquier partido, pero esta gente que lo apoya no está en la disposición de movilizarse”, comenta Navas, días después de que el llamado de Bukele a que sus simpatizantes se inscribieran para defender el voto se quedó muy corto.
A juicio de Navas, esto pone en tela de juicio el triunfalismo de esta candidatura que ya se considera ganadora, apoyándose de encuestas y sondeos de opinión. Este proyecto político, resume, “no logra que la gente salga de su zona de confort”.
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Una versión más certera del entusiasmo que Bukele genera, indica este joven, se puede obtener analizando hechos reales como estas pobres convocatorias, en lugar de redes sociales y encuestas que en ocasiones inflan el apoyo a Bukele.
Asimismo, a juicio de este experto en desarrollo territorial, es llamativo que a este grupo de voluntarios se le haya llamado “ejército” de defensa del voto, pues buscaba dar la imagen de una postura “aguerrida y envalentonada”, pero cuyos resultados no correspondían a las expectativas iniciales de Bukele y GANA.
Contraste con ARENA y FMLN
Más allá de tener una radiografía del territorio y del entusiasmo sobre Nayib Bukele, Ramiro Navas conoce el sentir de la izquierda en el país, la cual considera que está “entusiasmada y preparada para asumir la tarea que le corresponde en esta fase definitiva de la campaña”.
Además, reconoce que el movimiento social y sindical ha tenido tensiones con el partido en sus casi diez años de gobierno pero que estas agrupaciones entienden que el FMLN es el único partido capaz de articular una agenda progresista y de izquierda. Además, llama a no subestimar la estructura territorial de ARENA, que por décadas ha tenido una sólida defensa del voto y dispuesta a trabajar el “Día D”.
Asimismo, Navas destaca un factor adicional que contrasta a estos partidos con la candidatura de Nayib Bukele: ambos tienen un ideario claro, tienen sus diferencias programáticas y no vacilan en reconocerse de izquierda o derecha.
Por su parte, el candidato de GANAbusca desdibujar estas líneas y agruparlos como “los mismos de siempre”. Esto, lamenta Navas, no permite conocer su ideario, más allá de buscar identificarse como una persona de izquierda, algo que a su criterio se desmiente al analizar sus asesores y su partido.
Matiza el triunfalismo de Bukele
Pese al triunfalismo mostrado durante la campaña por Nayib Bukele, Navas resalta algo que bien podría ser una obviedad: “los resultados no los vamos a conocer hasta la noche del tres de febrero”.
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Por eso Navas lamenta que en lugar de trabajar por difundir su plan de gobierno y defender su candidatura, Bukele se asume ganador y, ante la duda de su éxito electoral, se dedica a cuestionar las elecciones, a la autoridad electoral y acusa anticipadamente a sus competidores de fraude.
Un partido responsable debería monitorear a la autoridad electoral, y hacer una contraloría del proceso, explica Navas. Pero “pasar de eso a esparcir denuncias de posible fraude o alteración de resultados es una brecha amplia y peligrosa para la democracia”, la cual costó tiempo, recursos y vidas construir, agrega.