La hora de la verdad para ARENA

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16 July 2018

¿Hacia donde va El Salvador? Hay pocas veces en las que una acción marca la diferencia en la contestación a esta pregunta, y hoy estamos en uno de ellas. Hay pocas veces también en las que las acciones de un solo actor son determinantes. Hoy también estamos en una de ellas. La decisión es la del nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, cuatro de los cuales serán de la Sala de lo Constitucional. El actor decisivo es ARENA. Ningún magistrado puede ser electo sin los votos de ARENA. En esta decisión ARENA se está jugando la suerte del país, y la suya propia. Puede tener o un gran triunfo o un gran fracaso. Puede demostrar que su cambio es auténtico o que ha colapsado ante las presiones políticas. Nada en medio.

Es la decisión más importante de estos años, mucho más importante que la elección presidencial de 2019, porque, como se ha demostrado en los últimos años, el país puede aguantar pésimos gobiernos con muchos enemigos de la democracia y el imperio de la ley, siempre que tengamos una Corte Suprema y una Sala de lo Constitucional que haga respetar la ley y los derechos fundamentales del ciudadano. Eso, sin embargo, no es posible si tenemos un gran presidente pero una Corte que es corrupta o incompetente o dedicada a subvertir el orden constitucional.

Mucha gente interpreta esto en términos de inclinaciones hacia la derecha y hacia la izquierda. Eso es un error. La clave está en términos de la integridad personal de los magistrados electos, y de su dedicación a respetar la constitución y los derechos que da a los ciudadanos. Hay personas que llenan estos requisitos, y otras que no los llenan, en la izquierda y en la derecha.

En los últimos años los medios de comunicación han estado llenos de las tragedias de Venezuela, primero, y desde hace un año, de Venezuela y Nicaragua, dos países que han entrado en una barrena de corrupción y violencia y muerte contra sus ciudadanos. En este momento decisivo del país debemos reflexionar en el vínculo que une la elección de los magistrados con la sangrienta represión que hay en esos países. Lo que está pasando allá pasó primero por la corrupción de sus cortes supremas de justicia, que luego se dedicaron a facilitar la toma del poder por parte de los tiranos que ahora reprimen a sus pueblos, y a justificar jurídicamente todo lo que hicieran—desde hacer trampa en las elecciones, hasta perseguir a los defensores de la democracia, hasta asesinar impunemente a los ciudadanos. Los medios que ocuparon estos tiranos para dominar la Corte no fueron ideologías sino los medios oscuros de la corrupción.

Lo que salga de esta elección pesará sobre los que hayan tomado la decisión por toda la historia del país—para bien o para mal. Y el peso será más grande sobre los hombros de ARENA y de los que dentro de ella la tomen. No habrá excusa que valga.

El daño de que se tomen decisiones equivocadas sería enorme, difícil de revertir. Después de mucho trabajo ARENA está logrando credibilidad en su lucha por renovarse y dejar atrás muchas cosas que decepcionaron a la población. Todo esto, incluyendo las posibilidades de ganar las elecciones de 2019, se irían al trasto si ARENA da sus votos para una Corte que se va a mover no para respetar los derechos de los ciudadanos sino para asegurar intereses oscuros. Mostraría que el poder real lo tiene el pasado, no el futuro.

No hay ninguna, ninguna razón que justifique desproteger a los ciudadanos.

Si, por el contrario, ARENA se asegura que la Corte sea una de lujo, que puede serlo, habrá demostrado que su renovación es real y que promete llevar al país a un futuro mucho mejor que su pasado—el rumbo hacia la democracia, el respeto a los derechos individuales y el desarrollo. Que el poder está con el futuro, no con el pasado.

Quiera Dios que ARENA esté a la altura de su compromiso histórico.