Glasswing y la sociedad del futuro

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17 April 2018

Este lunes Glasswing International, una institución formada en El Salvador por salvadoreños, ganó una gran distinción otorgada por una fundación internacional de mucho prestigio. Compitiendo con mas de 20,000 personas de 191 países, Celina de Sola, Vice-Presidente de Programas de Glasswing, ganó una de las once becas que la Fundación Obama ha otorgado para participar en su programa de 2018, y así se convirtió en una miembro de la primera cohorte de becarios de esa fundación. Esta participación abre nuevas puertas para Glasswing, que ya ha abierto muchas puertas por sí misma.

Fundada en 2007 por Celina, su hermano Diego de Sola y su esposo Ken Baker, Glasswing ha estado haciendo por 11 años algo que muy pocas veces se encuentra fuera del mundo desarrollado: el trabajo de día a día para crear en la población un espíritu de cooperación con obras de empoderamiento comunal, y en el proceso usar ese espíritu para generar cohesión social, emprendedurismo, empleo, salud, educación y proyectos especiales, como ayuda en crisis de migración. Es un esfuerzo para que los ciudadanos, aprendiendo a resolver sus propios problemas y los de sus vecinos, conformen comunidades capaces de crear una sociedad unida, reconciliada consigo misma y empoderada para lograr el desarrollo pleno de sus habitantes.

La importancia de esta actividad no puede exagerarse. Es mucho mas importante que lo que uno puede pensar cuando uno cree ingenuamente que solo lo que puede cuantificarse existe o es importante. En realidad, la característica principal de las sociedades desarrolladas no es la belleza de sus ciudades, ni sus impresionantes maquinarias, ni siquiera la educación y salud de sus gentes. Estas son consecuencias de otra característica de las personas: su cohesión social y su capacidad de generarla en las nuevas generaciones. Esta no es una cualidad de los gobiernos, sino de su gente, que la adquiere, la demuestra y la trasmite desde su infancia hasta su vejez. Cuando los gobiernos demuestran esta cualidad, lo hacen porque la ciudadanía se las pide, y porque, siendo los funcionarios también ciudadanos, lo llevan en su sangre.

Esto es lo que hace que estos países sean capaces de crear democracias de abajo para arriba, basadas en el sentido de comunidad que se ejerce en las pequeñas localidades y luego se proyecta a los gobiernos nacionales. El orden de estos países no provienen del gobierno; el gobierno proviene de ese orden. Y es ese orden, basado en una cohesión social a toda prueba, que esos países han logrado tener economías productivas, que proveen a todos sus ciudadanos de una educación y una salud de primer orden, que a su vez es la base de la productividad de la economía.

Como bien sabemos en la América Latina, esa cohesión social no se da naturalmente. Es el resultado del trabajo duro de la sociedad entera, que participa en el manejo y la financiación de las escuelas, los hospitales y centros de salud, y que dan su trabajo y sus recursos para ayudar a sus semejantes en todas las dimensiones de la vida. En Estados Unidos, por ejemplo, no hay ninguna enfermedad ni problema que uno pueda imaginar que no tenga grupos de apoyo a los que se pueden acercar los que sufren de ellos.

Estos ciudadanos, organizados en grupos e instituciones de ayuda, fueron los que desarrollaron las sociedades europeas y norteamericanas durante la Revolución Industrial y las convirtieron en sociedades de clase media, resolviendo los graves problemas que la revolución misma creó al concentrar las poblaciones en enormes ciudades en donde la gente vivía hacinada, en pobreza y sujeta a inseguridad personal. En esa época, lo que hacían estos grupos era lo único que las sociedades hacían para resolver los problemas sociales, porque los gobiernos no consideraban que era su obligación resolver estos problemas.

Para finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los gobiernos comenzaron a preocuparse de estos problemas, ya muchos de ellos habían sido resueltos o al menos sustancialmente disminuidos por la sociedad civil actuando en proyectos de cooperación con los menos afortunados.

El Salvador, igual que toda Latinoamérica, ha carecido siempre de esta cohesión social, y de los grupos de personas que la manifiestan para el beneficio de la sociedad entera. Por muchos años hemos dependido de organizaciones extranjeras de desarrollo comunal, de personas que, habiendo resuelto los problemas de sus países, se han volcado a ayudar en la resolución de los nuestros, que para ellos somos extranjeros. Pero la esencia del secreto del desarrollo es que no se puede generar la cohesión social que lo produce si otros hacen por uno lo que uno mismo debe hacer para lograrlo. Como en un equipo de fútbol, lo esencial es la coordinación, la gana de ganar, y la moral alta, cosas que solo se pueden lograr si el equipo mismo juega y se coordina, y se contagia con la gana de ganar y con la moral de la victoria. Esto es lo que hace Glasswing, y lo hace tan bien que ha tenido este triunfo tan merecido.

Cuando alguien pregunte qué puede hacerse para desarrollar el país, dígale que participe en obras como Glasswing. Eso es exactamente lo que necesitamos para crear una comunidad del conjunto de los salvadoreños, ahora tan distanciados entre sí, creando la cohesión entre diversas clases sociales que es esencial para forjar una nacionalidad propia, y una sociedad en la que la gente se sienta satisfecha. En el proceso, usted ayudará a la formación de empresarios modernos y trabajadores educados, que son la base del desarrollo en la economía del conocimiento del Siglo XXI.