Una gran victoria

.

descripción de la imagen

Por Manuel Hinds

07 March 2018

Las elecciones del 4 de marzo de 2018 fueron una gran victoria para la democracia, la primera de las dos que necesitamos para apartar de nosotros el cáliz amargo de los gobiernos del FMLN, que no solo han sido incompetentes sino también claramente inclinados a hacer de nuestro país una Cuba o una Venezuela. Las implicaciones de la victoria son enormes en todas las dimensiones de la vida política. Vale la pena mencionar dos en un espacio limitado como este.

Primero, hace todavía menos de una semana parecía que, aunque con un par de votos menos, el FMLN iba poder continuar amenazando la institucionalidad democrática del país a través de su capacidad de bloquear las mayorías calificadas. Las mayorías calificadas (56 votos de 84) son necesarias para ciertos actos de la Asamblea, como nombrar a la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General, puestos que quedarán vacantes a mediados de este año. Si el FMLN obtenía al menos 29 votos en estas elecciones hubiera tenido veto sobre ese nombramiento, ya que los demás tendrían como máximo 55 votos, con los cuales no podrían elegir estos funcionarios sin la aprobación del FMLN.

El peligro iba mucho más allá que la influencia en la identidad de las personas electas por la Asamblea. Por un vacío en la Constitución, si la Asamblea no se pone de acuerdo en los nombres de los magistrados y el Fiscal, nos quedaríamos sin Sala de lo Constitucional y sin Fiscal. Dejarnos sin sala hubiera sido la mejor opción para el FMLN, que ha tratado por todos los medios de deshacerse del control que una Sala consciente de su papel ejerce sobre el Ejecutivo. Es decir, con solo bloquear la elección de la Sala de lo Constitucional el gobierno del FMLN podría haber eliminado tanto el control que ella ejerce sobre él, como la protección que ella provee a los ciudadanos. Sin dicho control, el gobierno podría haber abusado de su poder de mil maneras, violando los derechos ciudadanos, y perpetuándose en el poder. El que piense que esto es exagerar solo debe recordar que el gobierno del FMLN ha tratado por muchos años de deshacerse de las instituciones democráticas del país, desalojando físicamente con turbas a los magistrados de la Sala, tratando ilegítimamente de acogerse a una corte internacional sin jurisdicción sobre lo determinado en la Constitución, y de muchas otras maneras, abiertas y escondidas. Todos esos esfuerzos eran para algo, y ese algo es quitarse los controles que la Constitución impone sobre los gobiernos.

La mayoría calificada se necesita también para aprobar el financiamiento del gobierno. Si el FMLN hubiera obtenido 29 curules o más hubiera podido paralizar financieramente a un próximo gobierno de ARENA, por lo menos en sus primeros dos años, antes de las elecciones de 2021.

Estas pesadillas se han apartado con el triunfo del domingo 4 de marzo. De acuerdo a los resultados con todas las actas contadas, ARENA quedó con 37 diputados (tenía 35) y el FMLN con 23 (tenía 31), incapaz de bloquear por sí mismo una votación calificada.

La segunda dimensión de la victoria es que la caída de la votación por el FMLN denota un descalabro mayor en dicho partido. Hay gente que ha interpretado los resultados de las elecciones como un “mensaje” de desagrado que la población ha enviado no solo al FMLN sino a todos los partidos por igual. Dicho mensaje sería que la cantidad de votos ha caído para los dos partidos. Esta opinión va con la idea de que la población rechaza a los partidos. Esto ignora, sin embargo, que los votos de ARENA cayeron un 8% mientras que los del FMLN un 44%. Es como la diferencia de caerse de un murito a caerse de un tercer piso.

Esto no se ha discutido en la derecha pero lo ha entendido claramente el pueblo y el mismo FMLN. Mientras mucha gente en la derecha se dedicaba a fustigar a ARENA diciendo que no fue esta la que ganó las elecciones sino que fue el FMLN el que las perdió, tuvo que ser alguien del FMLN el que mandara un tweet poniendo las cosas en su debida dimensión: “En realidad, el pueblo no le ha dado un mensaje al FMLN. Los ha condenado, los ha echado. Le ha quitado todo lo que les dio en las anteriores elecciones. Han sido expulsados de la vida política.”

El futuro dirá si el FMLN podrá recuperar estos votos. En política, todo puede pasar. Sin embargo, es seguro que sólo los podrá recuperar si el partido cambia drásticamente, tanto en su dirigencia como en su manera de tomar decisiones y en su ideología. El hecho de que uno de los líderes que se ha mantenido en la cúpula del partido por décadas no hubiera sido electo a pesar de que lo habían puesto en el tope de la lista demuestra que la corriente del cambio es fuerte en el FMLN, y por primera vez, los que están definiendo qué cambios hay que hacer no son cubanos ni miembros de la cúpula, sino el pueblo mismo. Este es un cambio sustancial y muy bienvenido por todos los que en el país creemos en la democracia. Es una victoria para la democracia.

Como todo en política, y en la vida, nada sobre las consecuencias de las elecciones del domingo pasado está escrito en piedra. Después de un rato de confusión, el FMLN va a volver al ruedo. Dependiendo de cómo vuelva, puede sellar su muerte manteniendo lo que siempre ha sido, o renacer para convertirse en una fuerza de izquierda democrática. Cualquiera que sea el rumbo que tome el FMLN en este momento, significará un triunfo para la democracia. Después de tantos años, la caída del FMLN marca el fin de la izquierda totalitaria, y la posibilidad del nacimiento de una izquierda democrática, realista, con miembros que no se van a dejar tratar como borregos. Esa izquierda nueva puede nacer dentro del FMLN, o sobre sus cenizas.