David contra Goliat

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26 mayo 2011

David contra Goliat Si David hubiese adoptado la estrategia de acercarse a Goliat y golpearlo incesantemente con los puños, el resultado de la desigual batalla habría sido muy diferente. El gigante tal vez ni se habría enterado de que estaba siendo agredido, mientras que David habría terminado agotándose en su vano esfuerzo. Así me imagino al gobierno de la república. Dos años de frustración y cansancio intentando derribar a los malvados gigantes de la criminalidad y el estancamiento económico. Dos años que podrían extenderse a cinco en un abrir y cerrar de ojos, haciendo grandes esfuerzos pero sin conseguir resultados. En la encuesta publicada esta semana por EL DIARIO DE HOY, la gente se manifiesta relativamente benévola en sus juicios del presidente y sus ministros, seguramente porque les reconocen sus esfuerzos, pero siente y opina que las cosas siguen igual o peor que como estaban cuando inició la gestión del presidente Funes. Y es que, para empezar, el presidente, su partido y su equipo de gobierno están cayendo en la cuenta de que los problemas no son tan fáciles de resolver como ellos imaginaban cuando fustigaban a los gobiernos anteriores con el mismo tipo de críticas que ahora les resultan a ellos tan injustas e irritantes. En segundo lugar, lo dije muchas veces antes y lo repito ahora, no todo depende del poder ejecutivo. Además de las realidades internacionales que un gobierno de país pequeño no puede afectar, en temas como la delincuencia, la responsabilidad es compartida con instituciones muy cuestionadas en su honradez y eficacia, como son la Asamblea Legislativa, la Fiscalía y el poder judicial. Pero hechas las dos salvedades anteriores, los datos objetivos de la realidad y la percepción que de ella tienen los ciudadanos, deben ser tenidas muy en cuenta por los gobernantes para modificar algunas de sus estrategias, de forma que sea posible asestar a los gigantes un golpe certero en sus puntos más vulnerables. Esto supone, en primer lugar, que el gobierno haga cambios internos para poder realizar los cambios económicos y sociales que el país necesita y que le fueron ofrecidos a la gente durante la campaña electoral. Cambio de personas, para sustituir a los funcionarios de nivel alto y medio que simplemente están calentando silla y devengando salario, sin aportar nada realmente valioso a la gestión del presidente Funes. Pero también hace falta un cambio de mentalidad y actitud, porque los funcionarios públicos no pueden darse el lujo de consumir sus energías buscando excusas y culpables. La energía mental es finita, la que se consume confrontando ya no está disponible para innovar en la búsqueda de soluciones o en los liderazgos visionarios y aglutinadores que tanta falta nos hacen. En materia económica debe haber una clara prioridad que funcione como filtro y criterio para todas las decisiones. El crecimiento económico por la vía del desarrollo productivo es la única estrategia que puede lograr un impacto sensible en la cantidady calidad del empleo y a la vez generarle ingresos suficientes al Estado para hacer más y mejores obras en todos los demás ámbitos. Esto simplemente no se puede lograr si se mantiene una relación hostil con el sectror empresarial. No se puede lograr insistiendo en poner la carreta por delante de los bueyes, pretendiendo exprimir a las empresas antes de que opten siquiera por instalarse en el país o antes de que puedan terminar de superar los efectos de la crisis de los años anteriores. En materia de seguridad, los énfasis del gobierno deben centrarse en la prevención policial y en la prevención social del delito, pero no haciendo simplemente más de lo mismo. La apuesta estratégica es dificultar cada vez más la comisión de delitos y la incorporacuión de jóvenes a estructuras delictivas. Esto requiere un esfuerzo educativo mucho más vigoroso e integral, sobre todo en las zonas de más alto riesgo, y un esfuerzo de inteligencia policial orientado a requisar las armas de fuego que con mayor probabilidad serán usadas en hechos delictivos. Si el gobierno necesita más dinero, debe ser más persuasivo para obtenerlo. Debe poder decir exactamente en qué va a ocupar ese dinero adicional, qué resultados espera obtener, y cuánto del dinero que hace falta lo obtendrá reduciendo gastos dentro del aparato estatal. Es muy difícil que un gobierno pueda legítimamente pedirle más sacrificios a la población o a determinados segmentos, si antes no ha mostrado una clara voluntad de ahorro y eficacia en su gestión. La encuesta publicada por EL DIARIO DE HOY recogió sólo las opiniones de residentes urbanos del gran San Salvador, zona en la que el FMLN y el presidente Funes siempre han sido vistos con mayor simpatía. El conjunto de opiniones a escala nacional podría ser aún más negativo en los temas que motivan las reflexiones anteriores. A eso debe añadirse la dificultad y las distorsiones que comenzarán a derivar de los próximos procesos electorales. No están las cosas para paños tibios. Joaquín Samayoa