Qué mentes más pequeñas

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09 noviembre 2011

¡Qué mentes más pequeñas! A varias horas ya de haberme enterado de la noticia por medios de prensa locales, todavía no salgo de mi asombro. No me sorprende que un senador ultraconservador de Carolina del Sur esté intentando impedir la confirmación de la embajadora de su país en el nuestro. No es la primera vez. Lo que me causa estupor son sus argumentos. Estoy seguro de que ni el Departamento de Estado, ni la Casa Blanca, ni la propia embajadora estaban preparados para un ataque de esa naturaleza en la audiencia que sostuvo el pasado martes el Comité de Relaciones Extranjeras del Senado de los Estados Unidos. Uno pensaría que los Senadores son gente inteligente y seria. Uno pensaría que la discusión para confirmar el nombramiento de un embajador gira alrededor de razones de Estado; que se ponderan los méritos personales y profesionales de la persona que ha sido nominada por el Presidente para representar a su gobierno y a su pueblo. Y en este caso particular, por haberse desempeñado ya durante más de un año en su cargo en virtud de un nombramiento ?en receso?, uno pensaría que la embajadora iba a ser interrogada sobre el trabajo que ha venido realizando en El Salvador. Pero no. Resulta que el Senador DeMint ha hecho completamente a un lado cualquier consideración de esa índole y ha argumentado su rechazo al nombramiento de Mari Carmen Aponte atendiendo a una sola de sus acciones, un artículo que la embajadora publicó el pasado 18 de Junio en la sección de opinión de La Prensa Gráfica, cuyo contenido, por lo visto, le ha parecido tan terrible al Senador, que lo considera razón suficiente para descalificar todo el trabajo y los logros de la embajadora en El Salvador. Muy pequeña tiene que ser la mente de este Senador y de quienes lo respalden para reaccionar con tanta intolerancia a las ideas expresadas en un artículo que, por lo visto, leyó sin entender o ni siquiera se tomó la molestia de leer. Se equivoca el Senador DeMint al interpretar el artículo de Mari Carmen Aponte como promoción del estilo de vida homosexual en El Salvador. Nada más alejado de la verdad. Si eso hubiera querido la embajadora, habría realizado otras acciones, habría dicho muchas otras cosas en diversas ocasiones. Pero no, en esa única oportunidad en la que la embajadora se ha referido al tema, no hizo más que presentar la posición del gobierno de los Estados Unidos, la cual es compartida por el gobierno de El Salvador. No argumentó a favor de la homosexualidad, sino en contra de los prejuicios, en contra de la intolerancia, en contra de las violaciones a los derechos humanos de una minoría perseguida. Se equivoca también el Senador al tomar la reacción de pequeños grupos con ideas religiosas conservadoras como indicativa de lo que piensa la mayoría de salvadoreños. Permítame decirle, Senador, que en El Salvador estamos también a favor de los derechos civiles; que somos muchos los salvadoreños que queremos superar esas actitudes de intolerancia y discriminación, cualquiera sea la razón que se manifieste para justificarlas. Permítame decirle, Senador, que esos grupos que levantaron un gran escándalo por el artículo de la embajadora tienen derecho a expresar sus ideas y a exhibir sus prejuicios, pero están muy lejos de ser representativos de todo el pueblo de El Salvador. Somos muchos los salvadoreños que no sólo no nos sentimos injuriados por la embajadora, sino que positivamente apreciamos su entusiasmo, su dedicación, el profundo respeto con el que siempre nos trata y su capacidad para afianzar los vínculos entre Estados Unidos y nuestro país. Yo francamente no espero que el Senador DeMint recapacite y reconozca sus errores, pero me sentiría muy frustrado si logra imponer su falta de criterio en esta decisión que es muy importante para El Salvador. ?For the record?, como dicen allá en el norte, quiero expresar mi profundo respeto a la embajadora Aponte y el agradecimiento de los salvadoreños a sus incansables esfuerzos para ayudar a nuestro país a salir adelante. Joaquín Samayoa