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19 septiembre 2012

La magnitud del problema fiscal Otra vez se ha llenado el ambiente de rumores que diagnostican catástrofes fiscales indecibles en el cortísimo plazo.

Hay personas que creen que El Salvador solo tiene dos soluciones: o un ajuste como el de Rajoy o uno como el de La Rúa-implicando que o se hace un ajuste violentísimo a los gastos o se hace un corralito como el de Argentina en 2001, en el que el gobierno argentino se apropió de todos los ahorros en el sistema bancario y no dejaba que los depositantes hicieran retiros de los bancos.

No es que niegue que este gobierno ha manejado con gran irresponsabilidad las finanzas públicas en dos dimensiones.

Primero, como lo muestra la gráfica 1, la presente administración ha aumentado violentamente las deudas del gobierno central y del sector público no financiero (el gobierno central más las instituciones autónomas), hasta el punto en el que las relaciones de estas deudas al Producto Interno Bruto (PIB) han alcanzado los altos niveles que tuvieron durante el gobierno del Presidente Napoleón Duarte.

Segundo, este endeudamiento no se ha usado productivamente en inversión pública sino para pagar publicidad para el gobierno y lujos para los funcionarios públicos.

Pero de eso a decir que estamos al borde de un corralito es no tener idea de lo que es un corralito, ni para qué lo quiso usar el gobierno argentino, ni de la verdadera magnitud del problema fiscal del gobierno salvadoreño.

El corralito consistía en que los depositantes podían pagar todo lo que quisieran con cheques pero no podían sacar efectivo de los bancos por encima de un límite bien bajo.

El objetivo era evitar que la gente sacara los pesos de los bancos y los convirtiera en dólares, dejando al Banco Central sin reservas de dólares porque temían una gran devaluación del peso.

Ese problema no existe en El Salvador.

Los que creen que el gobierno pondría un corralito creen que lo haría para quitarles el dinero a los bancos para financiar el déficit fiscal.

Pero eso es como sacar una pistola para matar un mosquito.

Los bancos salvadoreños tienen enormes cantidades de dólares, no hay crisis bancaria como la había en Argentina, y el gobierno no está en una posición tan débil como para tener que asaltar a la población a través de un corralito para financiar el déficit.

Todavía puede tener acceso a los mercados internacionales de préstamos con solo llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que no está pidiendo ajustes como lo que hizo Rajoy.

Y todavía puede reducir sus gastos para equilibrar el presupuesto, especialmente porque el gobierno no está gastando estos déficits en algo útil.

?imagen NOTA: Los datos del Sector Público No Financiero y del Gobierno Central no incluyen las deudas adquiridas para pagar las obligaciones de las pensiones, que el gobierno excluye de estas estadísticas sin ninguna razón.

FUENTE: Banco Central de Reserva de El Salvador.

Si a usted le cuentan la historia de que el país va hacia un corralito o un ajuste catastrófico, ríase y muestre las dos gráficas que acompañan este artículo.

En la primera muestre que si bien la relación de deuda a PIB es alta, no está más alta de cómo la dejó el Presidente Duarte -un nivel del que los subsiguientes dos gobiernos de ARENA la bajaron rápidamente.

Si este mal se curó en esos años, igual se puede curar ahora, sin matar al paciente, sin corralitos, sin ajustes tipo Rajoy.

Lo único que se necesita es funcionarios competentes.

La otra gráfica compara el servicio de la deuda como porcentaje de las exportaciones con el promedio de la de América Latina.

En ella se ve que este servicio bajó de 25 por ciento en 1991 a 7 por ciento en 1999-2000 para luego subir a niveles del 15-19 por ciento en el gobierno actual, niveles que son bien altos.

Pero, como en el caso de los saldos, son niveles de los que los dos primeros gobiernos de ARENA pudieron bajar sin aspavientos y sin histerias. ?imagen

FUENTE: World Databank, Banco Mundial.

Por supuesto, este problema se volvería intratable si este gobierno o alguno similar siguiera botando el dinero por unos cuantos años más.

Pero si el pueblo salvadoreño evita que este desastre ocurra, la situación fiscal puede arreglarse rápidamente.

En el ínterin es más preocupante lo que puedan aconsejar los que se dan importancia dictaminando que se necesitan medidas espectaculares para resolver el problema fiscal.

Son como médicos que, al ver una persona con una herida en la pierna, dijeran que hay que amputarla o, pero aún, que hay que amputárselas a todos los vecinos.

Hay que tenerles más miedo a estos médicos que a la herida.