La alternancia es un juego entre dos

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25 julio 2013

La alternancia es un juego entre dos A penas digerimos el empate entre tres que diagnosticó la encuesta electoral de El Diario de Hoy, TCS publica los resultados de la firma mexicana Mitofsky ?y tengo que confesar que siento cierto alivio: Tal vez no es tan cierta esta pesadilla que en este país todo sea posible y cualquiera pueda llegar al poder... Me parece más probable el cuadro que pinta Mitofsky: FMLN y ARENA empatados, y Unidad en un tercer lugar distante. O sea, el tercer candidato irrumpió, pero no logró y probablemente no logrará desplazar a ninguno de los dos partidos grandes. Y esto tiene su explicación. Aunque es cierto que el expresidente Saca se convirtió en un jugador importante, o más bien que nunca dejó de serlo desde que salió del poder, su vehículo llamado Unidad no logra convertirse en la tercera fuerza que se necesitaría para romper el bipartidismo. Simplemente, porque no es una fuerza. No sólo que no es partido, ni siquiera es una unidad de propósitos, principios, y valores. Es una coalición alrededor de un candidato. Ellos mismos lo dicen: ?Saca es Unidad?. Además está claro que tiene fecha de vencimiento: dejará de existir el día de las elecciones presidenciales, y ya en el 2015 competirán sus elementos ahora ninguneados que se llaman Gana, PCN y PDC, cada uno por su lado y en fuerte competencia entre ellos mismos por el caudal de votos de su caudillo Elías Antonio Saca. Las dos encuestas (Jabes/EDH y Mitofsky/TCS) coinciden en el otro punto: ARENA y FMLN se encuentran empatados. En ambas encuestas, las diferencias entre los candidatos de los dos partidos están dentro del margen de error. O sea, son irrelevantes. Empate técnico se llama esto. Esto corresponde a la lógica política e histórica del país. El Salvador entró en la fase de la alternancia. Pero alternancia no significa que cualquier alianza coyuntural y cualquier caudillo pueden llegar al poder. Significa que a partir de ahora, cualquiera de los dos partidos históricamente crecidos y representativos puede ganar, dependiendo de las circunstancias concretas de cada coyuntura electoral: calidad de los candidatos, desgaste del gobierno saliente, ánimo de los independientes, carácter de la tercera fuerza, grado de apertura dentro de los dos partidos principales... En esta coyuntura, y muy a pesar de los errores que está cometiendo ARENA, las posibilidades se inclinan un poquito más a un gane de la oposición en segunda vuelta, favorecido por el fracaso del gobierno de Funes, y por una barrera que todavía no permite al FMLN construir mayoría. Barrera construida y mantenida por la misma dirigencia del Frente, su oportunismo, sus negocios, su autoritarismo. Repito: Esta leve tendencia a favor de ARENA existe a pesar del lamentable estado de su partido, y a pesar de que no escogieron a un candidato ganador, es decir muy atractivo para los indecisos. Así como están las cosas ahora, faltando seis meses para llegar a las elecciones, parece que la única manera que ARENA puede perder es que Saca logre primero desplazar al candidato del FMLN, y luego atraer el voto de izquierda en la segunda vuelta contra Norman Quijano. Lo complicado para Saca es el primer paso: vencer al FMLN en primera vuelta. El segundo paso, vencer a Quijano con apoyo del FMLN, es mucho más fácil. Pero en la vida y en política, siempre hay que dar el primer paso antes del segundo. Y para desplazar al FMLN, Saca tendría que lograr dos cosas: recibir el apoyo directo y abierto del presidente Funes y, al mismo tiempo, adoptar un perfil y posiciones de oposición al FMLN. Pero estas dos cosas, en la práctica, son incompatibles. ¿Cómo va Saca a distanciarse claramente del FMLN ?y al mismo tiempo recibir el apoyo del gobierno Funes, del cual forma parte del FMLN? Sólo sería posible en caso que Funes esté dispuesto terminar su mandato rompiendo con el FMLN. O sea, Funes tendría que estar dispuesto a salir de Casa Presidencial quedando mal y enemistado con ambas fuerzas principales del país. Su sentido de supervivencia no le va a permitir una apuesta tan riesgosa. Por Paolo Lüers Observador Político