La deuda de El Salvador no es insostenible

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15 agosto 2013

Se ha vuelto común decir que la deuda pública de El Salvador, al 61 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), es insostenible, en el sentido de que el país está abocándose inevitablemente a un colapso fiscal.

Ciertamente, este gobierno ha manejado las cuentas fiscales con increíble negligencia.

Como se ve en la gráfica adjunta, los niveles de deuda del país han subido a los que tenían después de todos los trastornos políticos y económicos que acompañaron a la guerra, y todo esa deuda la ha adquirido sin que haya habido una guerra, sin que pueda enseñar ninguna obra perdurable, ninguna inversión sustancial, ninguna mejora en el volumen y calidad de los servicios públicos.

Todo se ha ido en lujos y salarios para los funcionarios de gobierno.

Pero es notorio lo felices que se ponen los del FMLN cuando se les dice esto.

La felicidad les viene no sólo de que a ellos, por principio, les encanta decir con mucho aspaviento que estamos en situaciones críticas, inaguantables, sino también porque les conviene que estas condiciones se den.

Cuando están fuera del poder, les conviene generar la percepción continua de crisis que les permite echarle la culpa al gobierno y asaltar el poder.

Cuando están en el poder, les permite tomar medidas que el pueblo no aceptaría en condiciones normales.

Así, el decir que estamos en una situación insostenible les abre las puertas para proponer medidas que terminarán de arruinar el país-como aumentar los impuestos, renegociar la deuda y desdolarizar para que el Banco Central imprima dinero para financiar al gobierno y hunda al país en una inflación como la que tuvo Nicaragua en los años noventa.

Ninguna de estas medidas es una solución.

El aumento de los impuestos no es razonable en este momento porque el aumento del peso de la deuda sobre la economía se debe en parte al aumento del desperdicio y en parte a que la economía no crece porque la inversión ha caído por los ataques y las amenazas continuas que el gobierno hace al sector privado.

Subir impuestos en estas condiciones es suicida.

Lo que hay que hacer es bajar el desperdicio y crear las condiciones para que haya inversión y crecimiento económico.

Al desdolarizar y emitir dinero, la inflación aumentaría, la nueva moneda se devaluaría y las deudas externas, que están en dólares y tendrían siempre que estar en dólares, se volverían más pesadas de pagar (deber en dólares y devaluar la moneda es totalmente irracional).

Los acreedores no estarían dispuestos a renegociar la deuda porque a los niveles actuales es perfectamente pagable.

El intento de renegociación sólo nos aumentaría las tasas de interés y nos volvería más difícil conseguir nuevos préstamos.

Sin duda, si seguimos gastando así podríamos llegar a una crisis fiscal.

Pero de eso a que estemos en una situación desesperada hay mucho trecho.

La misma gráfica muestra que esa deuda enorme que quedó después de la guerra en términos del PIB no sólo se manutuvo al día sino que se redujo.

Es decir, ben administrado, el país tiene la capacidad de servir una deuda como la que tenemos ahora, y además reducirla como porcentaje del PIB.

?grafico FUENTE: Banco Central de Reserva de El Salvador.

En este punto es importante notar que tenemos tres medidas de la deuda en la gráfica: el gobierno mismo, el sector público no financiero (que es el gobierno más las autónomas como ANDA y CEL) y la deuda pública total, que incluye las deudas del sector público financiero como el Banco Central, el Banco Hipotecario, el Banco de Fomento Agropecuario y similares.

Normalmente las medidas que se usan son las dos primeras, que están muy por debajo de la tercera, porque son las que dependen más directamente de los impuestos.

El pago de la deuda de las autónomas, que cobran por sus servicios en el mercado, depende principalmente de la administración financiera de ellas mismas.

Por eso, si estamos evaluando la situación fiscal es mejor usar la deuda del gobierno, que es 46 por ciento del PIB, pero suena más sensacionalista usar 61 por ciento, que es la deuda total.

Pero aún usando la medida más alta es claro que el peso de la deuda como porcentaje del PIB (que es la medida que importa) se puede reducir rápidamente si hay una administración fiscal competente.

Estos no son momentos para histerias.

Lo que ha hecho el gobierno con la deuda pública es una barbaridad, pero la situación fiscal del país no está como para suicidarse.

Lo que tiene que hacerse es algo que ya se hizo antes, durante los noventas: eliminar los obstáculos a la inversión que este gobierno ha creado para que la economía crezca otra vez, y eliminar el vergonzoso desperdicio fiscal que ha caracterizado a estos últimos años.

Lo que es insostenible es la incompetencia y negligencia del gobierno actual, no la situación fiscal de largo plazo del país.

La deuda de El Salvador no es insostenible

Manuel Hinds