El dilema del mundo frente a Siria

descripción de la imagen

Por

07 September 2013

El dilema del mundo frente a Siria

Observador Político E l dilema en que Siria puso a todo el mundo, no sólo a Obama, no es intervenir o no intervenir. No es guerra o paz, violencia o negociación. El dilema es: ¿Cómo intervenir para que los sirios saquen a Asad sin caer en manos de los fundamentalistas? Guerra hay de todos modos en Siria, haga lo que haga Estados Unidos. Y es una guerra sucia que está produciendo una pesadilla humanitaria: millones de refugiados; barrios bajo ataque de la fuerza aérea y de armas químicas; un clan de mafiosos dispuesto a hacer todo para mantener el poder; grupos fundamentalistas dispuestos a hacer todo para llegar al poder. Y en medio de esto, una población civil indefensa y un movimiento rebelde de miles de estudiantes, trabajadores, profesionales y mujeres luchando por la democracia - y abandonado por el mundo. No intervenir no es una opción aceptable. El dilema es, y ha sido desde que el gobierno de Bashar Al-Asad respondió a las manifestaciones de protesta de 2011 con tanquetas y escuadrones de la muerte, ¿cómo intervenir? Estados Unidos y Europa cometieron el error y la cobardía de no apoyar a la oposición democrática a tiempo y sin titubeos. La dejaron sola, o sea dejaron que Bashar Al-Asad la masacrara con apoyo logístico y político de Rusia e Irán. Es este pecado de inacción que hoy pone a Estados Unidos y Europa en esta situación que parece no tener salida. El régimen de Bashar Al-Asad escaló la guerra paso por paso, siempre observando la reacción (o falta de reacción) de Estados Unidos y Europa. Y al fin se atrevió a sobrepasar de la ?línea roja? pintada por Obama: hizo uso de sus armas químicas para aplastar la oposición en el momento en que ganó control en los suburbios de Damascos. Y ahora Obama, para que Estados Unidos no quede ante el mundo como un tigre de papel, siente que tiene que sacar el palo contra Siria. Pero a esta altura de la guerra intervenir para cambiar la correlación de fuerzas parece muy difícil, precisamente porque no se hizo desde el principio, cuando los fundamentalistas aun no habían llegado a jugar un papel importante. Entonces, lo que Obama está planificando, es una acción simbólica: un ataque de cohetes. No una intervención para terminar la guerra y desbancar a Bashar Al-Asad, sino para castigarlo. Más bien, para mostrar al mundo que Estados Unidos está castigando la transgresión de Bashar Al-Asad de usar armas químicas. Todo el mundo sabe que este tipo de intervención es militarmente inútil. No ayuda realmente a los rebeldes. Tal vez cambia un poquito la correlación de fuerzas entre el gobierno y los rebeldes, pero no de manera decisiva. Pero no cambia por nada la correlación de fuerzas dentro de la oposición, entre demócratas y fundamentalistas. Ahora, por la negligencia de Occidente, la situación en Siria es tan complicada que muchos temen lo que puede pasar si al fin cae Bashar Al-Asad. Y con razón. No hay ninguna certeza que al imponerse los rebeldes en Siria se impondría la democracia. Puede imponerse algo aun peor que Bashar Al-Asad. Nunca es tarde. Lo que Estados Unidos y Europa deberían hacer es corregir sus errores y hacer lo que deberían haber hecho desde el principio, o sea desde el 2011: sistemática y decididamente apoyar a la oposición democrática de Siria - contra el régimen de Bashar Al-Asad y contra los grupos fundamentalistas apoyados por Irán y Hezbolah. Este apoyo obviamente tiene que incluir dinero, armas, entrenamiento, inteligencia, asesoría militar. Este es el tipo de respuesta que Siria necesita. Un ataque de cohetes, como Obama está al punto de ordenar, mandaría el mensaje equivocado al dictador de Siria: Puedes seguir matando a su gente de todas formas posibles, pero por favor sin armas químicas. Pero la gran mayoría de las víctimas civiles en Siria no son de armas químicas, sino del uso masivo de la Fuerza Aérea y de la artillería ?tradicional? contra los barrios controlados por los rebeldes. Y del operar sistemático de escuadrones de la muerte. La respuesta del mundo tiene que ser: apoyar a los rebeldes, dándoles la capacidad militar para neutralizar la Fuerza Aérea y destruir los escuadrones. Apoyarlos para que no tienen que seguir aceptando el apoyo de los fundamentalistas para sobrevivir. Por Paolo Lüers