Recetas abstractas de Oxford

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26 September 2013

Recetas abstractas de Oxford Observador Político E l miércoles pasado vi en televisión a Joaquín Villalobos, mi máximo jefe durante la guerra. Un hombre que siempre he respetado por su capacidad de tomar posiciones y decisiones audaces. Un hombre sin miedo a equivocarse. Y por supuesto, se equivocó varias veces. Pero cuando acertó durante la guerra lo hizo con mucho éxito. Verlo analizar ahora el país, me causó una sensación extraña: ¡Chis! ?me dije?, así se siente la hormiga en un laboratorio, observada por científicos que quieren descifrar el sentido de sus movimientos y entender la red social en que se mueven... Una vez firmada la paz y cuando se dio cuenta de que no cabía en el mapa político partidario de la posguerra tomó la decisión sabia de irse para Oxford, a estudiar y trabajar con los mejores politólogos del mundo. Hoy, transformado en académico y consultor de organismos internacionales y presidentes (México y Colombia), nos asesora a nosotros. Y de choto. Sus consejos se traducen a uno solo: Apoyen a Elías Antonio Saca. No porque les caiga bien (seguramente no le cae bien a Villalobos); no porque estén convencidos de que no es corrupto (Villalobos no lo niega, aunque lo señala como la estrategia de siempre de la oligarquía de pintar de corruptos a los representantes de una tercera vía, estrategia que, según Villalobos, igual aplicaron a Duarte y ahora a Funes y Saca); no porque les convenza alguna de sus promesas (Villalobos ni siquiera menciona el programa de gobierno de Saca). No, Joaquín apuesta a Saca simplemente para romper la polarización, para abrir espacio para una tercera fuerza, para ?equilibrar la política?. En el fondo la intención es muy pragmática: Yo nunca he logrado ni lograré abrir espacio en el sistema para una tercera fuerza ?dejemos que Saca con su ambición, su dinero y su carisma abra la puerta para que nosotros pasemos... La tesis que el país necesita una tercera fuerza no es nueva y la compartimos muchos desde el principio de esta nueva República creada por los Acuerdos de Paz. Yo la sigo apoyando desde 1993 cuando salí del FMLN.

Lo que no le compro a Villalobos es su tesis de que necesitamos esta tercera fuerza a como dé lugar, a cualquier precio. A muchos que hemos tratado de establecer una alternativa de izquierda democrática nos indigna la idea que exdirigentes como Villalobos y Dagoberto Gutiérrez ahora nos presenten a Saca como precursor de la alternativa política y que no importa en qué pantano nazca esta alternativa, con tal que surja. Villalobos ya está tan lejos de su país que lo ve como tablero de ajedrez, o como laboratorio de teorías políticas abstractas. Parte de su análisis es correcto (El país necesita una tercera fuerza), pero sus conclusiones son totalmente equivocadas: Hay que apoyar a cualquiera que tenga el potencial de romper el bipartidismo entre ARENA y FMLN. Puede ser Will Salgado o Tony Saca, o Mauricio Funes, o Guillermo Gallegos, o Francisco Merino. O todos estos juntos, como en el caso de Unidad. No importa su esencia populista y corrupta. No importa el corte caudillista del ?movimiento? ?con tal que sea ?tercera fuerza? hay que apoyarla. Y lo mismo nos dice Villalobos en cuanto al poder económico: Hay que apoyar el surgimiento de nuevos capitales y grupos financieros capaces de romper el control de la oligarquía ?no importa que estén naciendo de alianzas con gobiernos autoritarios (caso Venezuela, Alba...) o de otras fuentes oscuras, por ejemplo la corrupción. No importa porque, según su visión, todo capital tuvo su origen en fuentes oscuras... Regresemos al origen de toda esta historia: Joaquín Villalobos salió de la guerra y de las negociaciones de paz como uno de los principales líderes de la izquierda no ortodoxa, no autoritaria. Fue, dentro del Frente, el polo contrario al Partido Comunista y al grupo de Sánchez Cerén dentro de las FPL. Pero fue incapaz de construir, a partir de la mayoría no comunista dentro de la izquierda, una opción política de la izquierda democrática ?sea tomando control del FMLN, o sea desplazándolo con una tercera fuerza de carácter reformista. En su impaciencia y soberbia, Villalobos fue uno de los responsables de que la izquierda democrática fracasara. Todos fallamos ante esta responsabilidad y oportunidad histórica, no sólo Villalobos. Unos por impaciencia y soberbia, como Joaquín, otros por indecisión, miedo de separarse de la liturgia revolucionaria, u oportunismo. Y ahora viene el hombre de afuera, con mucho nuevo bagaje intelectual, pero lastimosamente con recetas abstractas. Su discurso está abstrayendo de la realidad: Trata de vendernos como la tercera fuerza que durante 20 años no supimos construir un movimiento basado en el pacto perverso de tres partidos desprestigiados que quieren regresar al poder, y que para este fin se ponen a disposición incondicional de un caudillo, bajo la consigna: Unidad es Saca. Saca es Unidad... Imagínense: un exestratega insurgente y ahora miembro de la elite de Oxford apostando a un caudillo sostenido por una coalición de corruptos y derrotados... Con todo esto, Villalobos por lo menos llegó a una conclusión correcta e importante: Ya no se trata de desplazar al FMLN con un partido de izquierda democrática, sino de fomentar el proceso gradual, pero inevitable de transformación del Frente en una izquierda plural, abierta y democrática. Pero extrañamente no logra ver la misma verdad en la derecha: No se trata de desplazar a ARENA, mucho menos con una ?tercera fuerza? que reunifica lo peor de la historia de las derechas salvadoreñas, sino de fomentar la transformación de ARENA en una derecha plural, abierta y democrática. Anda perdido, comandante. Por Paolo Lüers