El diseño de las políticas sociales

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04 junio 2014

Observador Político l Presidente Sánchez Cerén visitó sorpresivamente el Hospital Rosales el martes 3 de junio, acompañado de la ministra de Salud, Violeta Menjívar. Según los reportajes, una señora gritaba a los otros pacientes, ?¡Díganle las necesidades, este es el momento!? Ciertamente que lo era. Al finalizar su visita, el presidente declaró que había llegado para conocer la situación. Comprobó que había pacientes que tienen meses de estar allí sin recibir los tratamientos y medicamentos que necesitan. También comprobó el hacinamiento que existe en ese hospital, que es representativo de las condiciones en las que se encuentran los pacientes en los hospitales públicos del país. El impacto de la visita tiene que haber sido muy grande porque las condiciones en las que viven los pacientes en los hospitales son muy duras. Peor hubiera sido el impacto si el presidente se hubiera puesto a pensar (que probablemente lo hizo) en que esas condiciones son mucho mejores que las de otros miles de enfermos que no han sido admitidos al sistema hospitalario y están esperando que llegue su cita semanas o meses después. La visita del presidente en su tercer día en el poder ha sido muy oportuna porque le servirá en el diseño de las prioridades que tendrán las distintas actividades durante su gobierno. En estos primeros días el presidente debe estar pasando por el doloroso proceso de darse cuenta de que las necesidades del país son infinitas mientras que los recursos disponibles son muy limitados. No alcanza para todo, y es necesario priorizar buscando el uso que mejor va a servir para promover el desarrollo del país. Dentro de esas necesidades infinitas el funcionamiento de los hospitales y del sistema de salud en general es tan fundamental como lo son la educación (que es lo único que va a llevar al país al desarrollo) y la seguridad personal y de la familia. Si el presidente visita no sólo los hospitales sino también las escuelas derruidas, sin útiles para estudiar, a veces hasta sin servicios sanitarios, también recibiría un gran impacto, especialmente si no solo mira a los niños como están ahora, sino también ve cómo estarán en el futuro por falta de una educación buena que les permita salir de la pobreza. En esas escuelas derruidas, descuidadas, con una enseñanza deficiente, el presidente podría ver los tristes hospitales del futuro, así de hacinados y sucios como los da ahora, y la inseguridad de las familias, y las terribles condiciones de las cárceles, y la pobreza de los niños ya adultos que no tendrán como sociedad la capacidad para pagarse unos buenos servicios sociales. Después de hacer todas esas visitas, el presidente debe preguntarse en qué actividades es que cada peso invertido dará más rendimiento a la población. Esta evaluación la debe hacer el presidente ya no como un candidato en campaña, sino como un presidente que quiere dejar una herencia a su país. El gobierno anterior dijo haber puesto en marcha enormes programas sociales para mejorar las condiciones de la ciudadanía. Pero el presidente puede comprobar que el efecto de ese dinero se esfumó sin dejar nada para la población. La salud pública, la educación, la seguridad, están peores que antes. Sin duda que el presidente no querrá que su sucesor encuentre lo que él ha encontrado cuando haga su gira de los servicios públicos. Para evitar esto, el presidente tendrá que evaluar si los 3,000 millones de dólares que como mínimo el gobierno paga por quinquenio por los paquetes escolares y otros subsidios están generando un beneficio social comparable al que podrían generar si se invirtieran en darle a la población servicios médicos de primera clase y una educación que les permita salir de la pobreza y ganarse una vida satisfactoria para ellos y sus familias. Tres mil millones de dólares, más otros recursos que pueden ahorrarse eliminando desperdicios y programas que no son tan esenciales podrían, en un quinquenio, hacer una diferencia muy clara en el futuro de los salvadoreños. No se trata de gastar menos. Se trata de gastar mejor. Esta evaluación requiere mucha honestidad intelectual del presidente. Esperemos que la tenga, y que sepa pasar por encima de la ideologización de estos temas para no permitir que se pinten los subsidios actuales, que no dejan nada para el futuro, como las políticas sociales de la izquierda, y la política seria de invertir esos fondos en mejorar permanentemente la salud, la educación y la seguridad como la política social de la derecha. Esta última no debe ser ni de derecha ni de izquierda, sino una política de estado esencial para desarrollar al país.

E El diseño de las políticas sociales

Por Manuel Hinds