Chapandongo !!!

descripción de la imagen

Por

04 March 2015

L Observador Político Por Salvador Samayoa Chapandongo !!! a Real Academia admite ya el término como una expresión que se usa en El Salvador para indicar desorden o confusión. La definición académica es correcta, pero quizá un tanto aséptica. Le falta, sin

duda, el sentido de magnitud, porque el término ?chapandongo? no se refiere a cualquier desorden, sino a uno realmente extraordinario, inmenso, descomunal; se refiere en determinadas ocasiones a un tipo o grado de confusión o desorden sin precedentes y, en ese sentido, a algo nunca visto en situaciones similares. También le falta a la definición del diccionario el sentido de crítica, desprecio, burla, molestia o indignación que la palabra expresa. Le falta, en resumidas cuentas, la fuerza de la connotación peyorativa del término. En nuestro uso coloquial, un chapandongo no es sólo un desorden extremo; es un relajo o desmadre ocasionado por la incapacidad, ineptitud, negligencia,

chapucería e irresponsabilidad de determinadas personas. Este no es, entonces, un asunto de semántica, sino de semiótica. Hablamos ahora de ?chapandongo? para expresar un nivel muy alto de insatisfacción, una crítica extraordinariamente dura y un sentimiento de mucha molestia y frustración por la gestión del Tribunal Supremo Electoral en las elecciones legislativas y municipales del pasado domingo. En efecto, la máxima autoridad electoral falló en todo desde antes del domingo 1° de marzo. Comenzó mal al no exigir la debida aprobación de su presupuesto, como manda la ley. Cometió el más grave de sus errores, de consecuencias completamente previsibles, al no ponerse de acuerdo los magistrados para contratar el servicio de captura, transmisión, procesamiento y divulgación de los datos con una empresa global de reconocida capacidad tecnológica y comprobada experiencia internacional.

A partir de este ?desacuerdo?, que bien podría interpretarse a posteriori de otra manera, se equivocó por negligencia e ignorancia -y probablemente a través de procedimientos que no llenaron los requerimientos legales- al contratar a decenas de pequeñas empresas, algunas de las cuales evidentemente no estaban capacitadas, como quedó demostrado, para realizar el trabajo técnico respectivo. Y ojalá haya sido solo negligencia,

porque el nuestro es un país muy pequeño, un ?pueblo chico? como dicen, donde todos nos conocemos, y se escuchan ya rumores de vínculos de algunas de estas empresas con personajes que tenían intereses políticos en el evento electoral. Si algo de eso aflorara, rompiendo la falta de transparencia de estas contrataciones, estaríamos en presencia no solo ya de un chapandongo, sino de un retorcido chanchullo. Hizo mal también el Tribunal cuando adoptó un criterio de rigidez absurda a la hora de imprimir las papeletas de votación, de manera que no se facilitó a los electores el ejercicio del sufragio y pudo haberse beneficiado a determinado partido político, sobre todo en el departamento con listas más amplias y más compleja votación. Se equivocó de nueva cuenta cuando estableció en sus instructivos el orden de escrutinio comenzando con la votación correspondiente al PARLACEN.

La ley establece un orden taxativo de escrutinio solo para el caso particular en el que coinciden las elecciones presidenciales con las legislativas

y municipales. En este caso debió prevalecer el sentido común para desatascar temporalmente las mesas

y no agotar innecesariamente a los miembros de las juntas receptoras y demás organismos electorales. A todo esto, justificado por muy débiles argumentos, el Tribunal desarrolló una campaña de información, educación cívica e inducción desde todo punto de vista insuficiente, deficiente y tardía; seguramente la peor de los años de posguerra, cuando más información necesitaba la población por todos los cambios en las alternativas de votación. Llegado el 1° de marzo, la organización del evento electoral falló de manera lamentable, como resultado de los errores de semanas anteriores, comenzando por la hora de abrir las urnas a los ciudadanos. El atraso, de más de una hora y hasta de dos horas en muchos centros de votación, no fue un simple contratiempo sin importancia. Fue la primera muestra de incapacidad organizativa y una grosera falta de respeto a la gente, algo absolutamente injustificable que provocó la frustración y la deserción de una considerable cantidad de ciudadanos. Terminada la votación llegó el caos y la imposibilidad de contar y de saber, comenzando por el fallo del papel químico que dejó en muchos casos a los partidos sin copias legibles de las actas para la defensa de sus votos y el ejercicio de todas las tareas de control.

Ante la dificultad, el Tribunal suprimió de un plumazo la figura legal del escrutinio preliminar, y a varios días ya del evento electoral ni los partidos ni los ciudadanos disponemos de algún resultado oficial. Ante tanto despropósito, ahora dice el presidente del Tribunal que la culpa la tuvo la Sala de lo Constitucional.

No, perdón, eso lo dijo el día después. Ayer

se defendió diciendo a un grupo de periodistas que la transmisión de datos -confundiéndola con la divulgación- solo interesaba a la prensa, no a la población . Ahora dice que fue un sabotaje del estamento técnico institucional. Con estas declaraciones erráticas y agresivas, el presidente solo complica las cosas y subraya su incapacidad y su escasa madurez. La Sala ciertamente nos dejó con poco tiempo para implementar su resolución. Más prudente habría sido fijar la vigencia del voto cruzado para la siguiente elección. En mi opinión se equivocó y debe también corregir su actitud de après moi le déluge. También es cierto que la Asamblea entretuvo el tema varias semanas y luego tiró la papa caliente al Tribunal, ya con menos tiempo aún para organizar. Pero aún con esas dificultades y limitaciones un organismo más competente habría hecho un trabajo incomparablemente mejor. El chapandongo es descomunal. Solo los observadores internacionales no lo ven. Sin el debido soporte informático la lucha por los residuos será más tensa de lo normal.

La fatiga y la frustración pasarán factura en el escrutinio final. A partir de ahora los errores técnicos del Tribunal pueden suscitar una desconfianza política general. En tal contexto necesitamos mucha serenidad. A ver si el FMLN logra que el presidente del Tribunal controle

su desconcierto y su agresividad.