El mega-tráfico, las mega-obras y los pequeños-grandes obstáculos

.

descripción de la imagen

Por Joaquín Samayoa

28 November 2017

En el tema que anuncia el encabezado de esta columna, creo estar ubicado, como lo he estado en otros temas, en el lado minoritario de los opinantes. Tengo una valoración positiva de las obras de infraestructura vial en los redondeles Naciones Unidas y Masferrer, pero los invito a leer y a pensar antes de dispararme.

En lo del Hermano Lejano no me meto. Está a medias todavía y además me queda un poco lejos como para opinar. Y el SITRAMSS es otra historia, definitivamente un enorme lunar negro en la gestión del exministro de Obras Públicas de los gobiernos del FMLN.

Escribo esta solitaria opinión sin interés alguno en promover la candidatura presidencial de Gerson Martínez. Confieso abiertamente que no votaré por el FMLN ni voy a incentivar votos a su favor, sea quien sea su candidato, porque estoy convencido de que, si les damos una nueva oportunidad, terminarían de arruinar a El Salvador. El FMLN ha demostrado ser un excelente discípulo de ARENA, pero solo de sus malas enseñanzas. Logró hacer tanto o más daño en la mitad del tiempo que antes tuvo ARENA en el poder.

Lo que me mueve a escribir esta columna es la abundante negatividad, simplista o mal intencionada, que se manifiesta en las redes sociales en referencia a los persistentes problemas de tráfico. Los salvadoreños, en general, tenemos el mal hábito de juzgar con el hígado, prodigando elogios o críticas sin fundamento. Eso nos lleva, con demasiada frecuencia, a un mal análisis de las causas y de las posibles soluciones de los problemas.

Es cierto, mientras se ejecutaban las referidas obras, los que circulamos habitualmente en la zona vivimos una interminable pesadilla, comenzando, por si ya no lo recuerdan, con las reparaciones en un tramo de la Panamericana y concluyendo con la reparación y ampliación del tramo entre el trébol de Merliot y el redondel Utila.

Es cierto también que, concluidas ya las obras, en las horas pico todavía se forman unos terribles embotellamientos en los alrededores de Multiplaza y en la avenida Jerusalén, rebalsando hacia Santa Elena, el Paseo Escalón y otros puntos. Pero hay que reconocer que la mayor parte del tiempo los derivadores funcionan bien y el tráfico es ahora mucho más fluido y menos peligroso. Cuando me toca estar casi parado por largo tiempo en un taco de tráfico, siempre me pregunto cuánto más terrible sería si no se hubieran realizado esas obras.

Quienes piensan que la realización de esas obras ha sido un despilfarro de dinero y que las cosas están igual o peor que antes, deben comprender que los derivadores son solo un componente en la solución de un problema complejo. Además, cuando comparan el antes con el después, deben caer en la cuenta de que, entre el antes y el después, se han ido añadiendo miles de vehículos al tráfico rutinario en esa zona.

Deben comprender también que las opciones estaban limitadas por los espacios disponibles. A manera de ejemplo, tomemos el puente de acceso a Santa Elena. Es un puente de un solo carril en el que convergen miles de vehículos en las horas pico. Un verdadero embudo con hocico ancho y salida estrecha.  Algo parecido ocurre en el redondel D’Aubuisson.  Simplemente no es posible eliminar todos los embudos. La lógica de los derivadores es que, antes de llegar al embudo, una cantidad importante de vehículos haya podido tomar otros rumbos.

Vivimos en ciudades en las que las edificaciones proliferaron como hierba silvestre, sin mayores restricciones. Somos parte de la civilización del automóvil, igual que cualquier otra ciudad del mundo con población densa y crecimiento de sus clases medias. En nuestro caso, por culpa de los 20 años de ARENA, como les encanta decir a los izquierdosos, El Salvador tiene ahora cientos de miles de habitantes con suficiente poder adquisitivo para comprar y poner a circular vehículos automotores. ¿O acaso piensan que no hay embotellamientos aún peores en las principales ciudades del mundo desarrollado, a pesar de sus majestuosas obras de ingeniería vial?

Las obras de infraestructura vial que se han realizado en los últimos veinte años, unas por gobiernos de ARENA y otras por gobiernos del FMLN, eran necesarias y están cumpliendo su función. Nadie que entienda medianamente bien la magnitud y complejidad del problema podría haber esperado que esas obras, por sí solas, acabarían para siempre con todos los problemas de tráfico.

Lo que queda por hacer ahora, para aliviar el tráfico en horas pico, es asegurarse, pero en serio, que todos respetemos a toda hora las reglas de tránsito y las restricciones de circulación. A los conductores nos corresponde mostrar consideración, cortesía, apego a la normativa y una mejor planificación de nuestros movimientos. A las autoridades les corresponde facilitar el orden y hacer cumplir las leyes. Sin hacer cada uno su parte, no hay solución posible. Todos salimos perdiendo.

Algo que entorpece tremendamente el tráfico a cualquier hora y en cualquier punto de la ciudad es la absoluta falta de consideración de unos pocos cretinos que nos hacen la vida miserable a todos al estacionar sus vehículos donde les da su real gana, mientras esperan a algún familiar o amigo, mientras cargan o descargan mercadería, mientras hacen un mandadito o atienden una llamada telefónica. Parecieran creer que el encender las luces intermitentes les da derecho de propiedad sobre la vía pública. Esos son los comportamientos que no se deben tolerar.

En vez de desquitarse con los únicos que han hecho algo significativo para resolver los problemas de tráfico, hay que pensar en lo que falta por hacer. La lista es larga. Furgones que bloquean completamente el tráfico mientras maniobran por largo tiempo para entrar en espacios reducidos o para salir de ellos; vehículos que colisionan y no se pueden mover mientras no llega la policía o el agente de seguros; paradas de autobuses ubicadas en puntos inapropiados; caos en los redondeles por ausencia de gestores de tránsito, etc., etc., etc.