Soltar amarras, botar lastre y no hacerse bolas

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Por Joaquín Samayoa

28 August 2017

El encabezado de esta columna resume mi recomendación (no solicitada) a la dirección y militancia de ARENA, para beneficio de todo el pueblo de El Salvador. Vale para las dos importantes contiendas electorales que se aproximan. Vale para lograr quitarle al FMLN un poder que no ha sabido usar responsablemente y para empezar a revertir el inmenso deterioro que ese partido le ha causado al país en todos los indicadores de desarrollo democrático, económico y social.

Por la prepotencia, la autocomplacencia y los abusos a los que naturalmente tiende el poder político cuando un mismo grupo lo acapara por tiempo prolongado, ARENA terminó muy desprestigiada tras 20 años al frente del Ejecutivo, con presencia dominante también en la Asamblea Legislativa. Pero al FMLN le habrán bastado 10 años para superar con creces todos los desaciertos, abusos y arbitrariedades de los gobiernos anteriores, añadiendo algo particularmente grave y preocupante, el socavamiento sistemático de la institucionalidad democrática.

Por la alternancia democrática, en 2009 ARENA tuvo su castigo y el FMLN aprovechó su oportunidad. En 2019, esa misma alternancia, mientras todavía sea posible, debe usarla el pueblo salvadoreño para darse una nueva oportunidad de hacer las cosas bien antes de que sean totalmente irreversibles el desastre económico, la inseguridad y otras lacras sociales.

La única manera de lograr ese objetivo es mediante un partido de oposición fuerte, que logre identificarse genuinamente con las aspiraciones de paz, libertad y prosperidad que compartimos todos los salvadoreños, independientemente de nuestras inclinaciones políticas. Hoy por hoy, el partido mejor posicionado para darle una nueva y tal vez última oportunidad a El Salvador es ARENA, supuesto que entiende las verdaderas razones por las que no levanta en las encuestas, a pesar del descontento generalizado de la gente con el gobierno del FMLN.

ARENA sigue teniendo serios problemas de imagen que no se superan con cambios cosméticos ni con una publicidad más inteligente y creativa. No ha podido capitalizar a su favor el descontento de la gente con el actual gobierno simplemente porque todavía hay demasiadas personas que no creen que ARENA sea capaz de hacer algo mejor. Con algunas decisiones y manejos internos muy desatinados, el actual COENA ha hecho más por reforzar que por modificar esa percepción.

Muchos analistas de la realidad política estamos convencidos de que el principal problema que actualmente tiene ARENA es su máxima instancia de decisión. Al adoptar el método de elección por planilla para constituir el nuevo COENA, perdieron una buena oportunidad de elevar a su mejor gente y formar un equipo robusto, permeable a nuevas ideas, capaz de unificar a su militancia ejerciendo liderazgos en sectores diversos del partido. Pero eso es hecho consumado. La única manera de enmendarlo, conforme a sus propias normativas internas, es botando lastre, sustituyendo a las personas más retrógradas y cerradas al cambio, que son también los menos capaces para entender a la sociedad salvadoreña de estos tiempos. No menciono nombres. Ellos saben muy bien quiénes son.

Un COENA más diverso y más lúcido, facilitaría soltar amarras y desatar todo el potencial que tiene el partido para constituirse en una verdadera alternativa de poder ante los electores, particularmente a los ojos de la población más joven, de clase media y buen nivel educativo.

Soltar amarras es cuestionar y superar prejuicios, manejar racionalmente los temores de desnaturalización ideológica que se manifiestan ante cualquier propuesta de apertura y cambio. Soltar amarras significa superar con madurez las desavenencias por pequeñeces entre sectores del partido y con potenciales aliados. Soltar amarras significa reconocer y estar dispuestos a superar los errores del pasado.

Finalmente, dirigentes y militantes del partido deben evitar caer en la trampa de las luchas internas de poder que tanto desgastan a un partido. No se les pide la disciplina irracional de los cuadros del FMLN, pero sí un poco más de tolerancia y fraternidad. Se les pide, sobre todo, que no pierdan las perspectivas, que entiendan bien lo que está en juego en los dos próximos eventos electorales.

En pocas palabras: No se hagan bolas. En primer lugar, deben comprender a cabalidad la importancia de hacerse de una holgada mayoría en las elecciones legislativas. De eso depende que sea posible elegir a los que deben salvaguardar el orden constitucional en los próximos nueve años; poder elegir un Fiscal General valiente, ecuánime, competente y sin compromisos con nadie. De eso depende aprobar presupuestos balanceados y empezar a resolver la profunda crisis de las finanzas públicas. De eso dependen muchas decisiones cruciales en los ámbitos político, económico y social.

Las elecciones legislativas son el desafío más inmediato y deben ser la máxima prioridad. Esto significa, entre otras cosas, no permitir distracciones ni contaminaciones por intereses y posicionamientos relativos a la elección presidencial de 2019.

Pero tampoco deben hacerse bolas con la elección presidencial. Tienen al menos tres aspirantes que serían todos ellos excelentes candidatos y muy buenos presidentes de la república. Eso es un lujo que no ha tenido antes ARENA y que no tiene ahora ningún otro partido. No conviertan esa ventaja en un problema que divida y desgaste al partido.