¿Puede resurgir ARENA?

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09 August 2016

E

l partido ARENA culminó hace pocas semanas su proceso de reforma de estatutos y se encuentra en plena campaña interna para elegir a las nuevas autoridades de su Consejo Ejecutivo, conocido socialmente como COENA.

Ambos procesos se hacían necesarios ya desde hace algún tiempo, no solo para fortalecer la cohesión partidaria, amenazada por crecientes voces y murmullos de descontento, sino para redefinir una identidad política acorde con los desafíos que enfrenta un partido que carga con dos derrotas al hilo en elecciones presidenciales, una importante escisión y el desgaste natural de cuatro períodos de gobierno.

La alternancia en el ejercicio del poder es un fenómeno natural y deseable en cualquier sistema democrático. En ese sentido, podría pensarse que los gobiernos del FMLN eran necesarios y tal vez inevitables. El problema actual de ARENA es que no da señas de recuperarse para ponerse en condiciones de darle continuidad a la alternancia con un triunfo sobre el FMLN en las próximas elecciones presidenciales.

Y ese problema de ARENA pasa a ser un problema de país, si se tiene en cuenta que el proyecto político del FMLN es copar gradualmente todas las instancias de poder, objetivo que bien podría alcanzar si sale bien parado en los comicios de 2018 y 2019. El Salvador no es como otros países en los que los fundamentos del Estado están garantizados independientemente de los partidos en el poder. No es un país en el que todos juegan a la democracia, en el que todos los partidos contendientes valoran igualmente la separación de poderes, las libertades civiles y políticas y los demás pilares de la democracia.

ARENA está obligada a contribuir a la alternancia. Y debe hacerlo cuando todavía pueda hacerlo.

Debe volver a ser un partido grande y fuerte, un partido que inspira y genera adhesiones, una verdadera opción de poder. Y eso es precisamente lo que ahora ARENA no es. De otra forma no se entiende que no haya podido crecer en siete años de gobierno bastante desastroso del FMLN. Si no encuentra manera de reinventarse, ARENA le seguirá dejando la cancha despejada al populismo y a otras opciones de muy dudosas credenciales democráticas. Estamos hablando de un problema de liderazgo, que ojalá atinen a resolver en sus próximas elecciones internas, pero también hablamos de un problema en sus bases.

El líder que deberá conducir a ARENA en los próximos años no puede ser un mero administrador de asuntos partidarios; no puede ser simplemente un vocero con buen discurso o buena imagen.

Debe ser un líder genuino. Una persona que entiende y siente los reclamos y las aspiraciones de la gente; una persona prudente pero audaz; una persona que sabe contagiar su convicción y sabe identificar los liderazgos locales y sectoriales que mejor pueden ayudarle a revitalizar al partido.

Los que tienen derecho a voto en las elecciones internas de ARENA deben entender que no se es bueno o malo por ser viejo o por ser joven, por ser hombre o mujer, por tener vínculos con uno u otro de los sectores tradicionalmente fuertes dentro del partido. Ninguna de esas condiciones, por sí misma, califica o descalifica a nadie. Deben buscar en los aspirantes no sólo buenas ideas, no solo visión de futuro para el partido y para el país, sino también y sobre todo deben buscar carisma, ese conjunto de cualidades personales que generan entusiasmo, credibilidad y confianza.

No estarán eligiendo presidente de la república sino presidente y directivos de su partido. Son perfiles muy diferentes.

Hoy más que nunca, ARENA necesita dirigentes que entienden la política y saben ser flexibles al hacer valer sus principios. Si pensamos, por ejemplo, en algo tan crucial como la próxima elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, tras la cual serán sustituidos cuatro de los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional, es evidente que ARENA debe comenzar ya a hacer alianzas. Y no es posible hacer alianzas políticas cuando se pone por delante el ego, los prejuicios, la desconfianza o los resentimientos. ARENA necesita un líder apasionado pero con cabeza fría. Si no lo encuentra, seguirá aislada, le seguirá cediendo al FMLN las alianzas que, de otra forma, le permitirían construir un bloque sólido de derecha.

No voy a abundar más en el tema del liderazgo, porque quiero referirme también a problemas que tiene ARENA en sus bases, problemas que no siempre son el resultado de un liderazgo deficiente ni pueden corregirse enteramente con un liderazgo efectivo. Algunos de esos problemas son el precio que se paga por tener un partido que permite la libertad de pensamiento y expresión, pero no por eso debe aceptarse que las actitudes de los miembros y simpatizantes vuelvan imposible la conducción coherente del partido.

Para decirlo en pocas palabras, ARENA padece de canibalismo endógeno. Su base natural, el segmento electoral de centro-derecha, tiene actitudes hiper-críticas hacia sus dirigentes políticos, en marcado contraste con las bases hiper-condescendientes del FMLN.

Desde el punto de vista de las responsabilidades ciudadanas, es deseable que la gente esté alerta y rechace lo que está mal, sin doble moral. Pero los extremos pueden resultar contraproducentes.

Desde el punto de vista de la lucha por el poder, ARENA está en desventaja. Los areneros no les dejan pasar a sus dirigentes y funcionarios nada que sea o parezca inapropiado; mientras que los simpatizantes del FMLN se hacen la vista gorda y les dejan pasar todo a los suyos. Los tricolores despedazan a sus dirigentes, mientras que los rojos cierran filas disciplinadamente en torno a los suyos.

A escasas dos semanas de las cruciales elecciones internas en ARENA, ya empiezan a verse algunas manifestaciones de canibalismo. Como que algunos no entienden que esa contienda es entre adversarios y no entre enemigos. Así no se puede construir un partido fuerte.