La gran derrota del FMLN

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02 May 2016

La persistencia puede ser una virtud cuando está orientada al logro de objetivos que son beneficiosos pero se convierte en un vicio cuando busca un objetivo pernicioso o cuando se convierte en una hija de la prepotencia o de la desesperación. La persistencia con la que ha respondido el FMLN a la terrible derrota que sufrió en jueves pasado, cuando no pudo reunir los votos para pasar la así llamada Reforma de Pensiones (que en realidad es una ley para apoderarse de los ahorros de los cotizantes al sistema de pensiones) después de que había anunciado que la iba a pasar a como diera lugar.

La derrota fue realmente terrible en dos dimensiones. Primera, el gobierno había invertido enormes recursos de los contribuyentes para asegurarse de que esta perniciosa reforma se aprobara, y ni esos recursos pudieron evitar que la iniciativa se estrellara contra una pared de roca que el FMLN no esperaba encontrar en la Asamblea: la falta de votos para aprobarla. Segunda, esta derrota demuestra que el FMLN y el gobierno no son invencibles en las instituciones democráticas del país. Una nueva sensación de empoderamiento se ha regado en todos los círculos democráticos del país.

Pero, como son las cosas en la vida, la derrota es lo mejor que les hubiera podido pasar al FMLN y al gobierno porque la propuesta reforma está muy mal pensada, no solo económicamente, sino también políticamente. En su búsqueda de milagros que les permitan ganar las elecciones gastando mucho en el gobierno, mucho más de lo que recauda en impuestos y consigue en préstamos, se han olvidado del impacto terriblemente negativo que pasar la reforma tendría para el gobierno y para el FMLN. Ellos parecen creer que dicho impacto sería muy diseminado en el tiempo, que se daría sólo cuando las personas que se vayan retirando fueran despertándose a las negras realidades que la propuesta reforma presenta a los futuros pensionados. De uno en uno, el impacto se perdería…eso parecen creer.

Los señores del gobierno y del FLMN, sin embargo, parecen no haberse dado cuenta de que el impacto político de su confiscación se daría casi inmediatamente y de una manera concentrada, de tal forma que el repudio sería masivo e inmediato. Ese impacto tendría también varias dimensiones. Una sería la explosión de la furia del pueblo cuando vean sus saldos en sus libretas de ahorros de pensiones y los vean reducidos a la mitad, sabiendo que la otra mitad se la ha apropiado el gobierno del FMLN. Esta furia embargaría a dos millones de personas que tienen cuentas de ahorros de pensiones. La otra dimensión sería la explosión de furia de los diputados que hubieran votado a favor de la reforma al ver las primeras demandas interpuestas contra la totalidad de sus bienes, previos y posteriores a sus votos. Estas demandas pueden llegar a ser hasta dos millones. La combinación de ambas furias destruirían al FMLN por dentro y por fuera, sus alianzas y sus bases. Tercera, pasar la reforma confirmarían a los sindicatos democráticos que en el póquer que el FMLN y el gobierno juegan y siempre han jugado, chequera mata al amor que ellos dicen profesar por los sindicatos y los trabajadores. Por el dinero, son capaces de arrancarle los ahorros a los trabajadores.

De este modo, con todo y lo enorme que ha sido la derrota enorme que el FMLN y el gobierno han tenido, ha sido menor que la que hubieran tenido si hubieran conseguido los votos. Y es menor que la derrota que tendrían si lograran cumplir la amenaza que el Presidente de la República ha hecho de seguir tratando de pasar la así llamada reforma. Eso destrozaría al FMLN y al gobierno, por su propia mano, en un caso extraordinario de suicidio político.

Viendo todo esto, uno no puede dejar de pensar que el FMLN ha perdido el instinto político que siempre ha tenido, que le ha permitido sobrevivir a pesar de los pésimos gobiernos que ha presidido. Seguir con la terquedad de pasar esta reforma sólo puede tener dos resultados. Si no la logran pasar, el desgaste del prestigio político del gobierno será cada vez peor. Este es el resultado más probable, porque los aliados políticos del FMLN se han dado cuenta de que votar por esta reforma es como votar por la peste. El que vote por ella no volverá a ser electo, y además perdería todos sus bienes.

Pero si la logran pasar, las consecuencias serían todavía peores. El sentido común dice que las batallas que no se pueden ganar, o las que si se ganan producirían resultados todavía peores, deben abandonarse calladamente y buscar otras soluciones para los problemas que se quieren resolver. Pero el FMLN y el gobierno no están procediendo con sentido común. Se empecinan en ir por un camino que los puede llevar sólo a dos abismos.

Esta falta de sentido común puede deberse a dos cosas, actuando aisladamente o en combinación. Una es que la soberbia del poder los está cegando, sin razón porque nunca lo han sabido usar para el beneficio del pueblo, que es el que lo confiere. La otra es que el equipo que manda en el FMLN ya está viejo y no sólo no puede adaptarse a la institucionalidad de un régimen democrático, sino que tampoco puede producir ninguna solución para sus problemas que no esté basada en el abuso del poder. Es increíble que el partido entero se esté jugando su futuro en una sola medida, que es tan impopular que lo puede destruir.

La gran lección que el FMLN puede obtener de esto es darse cuenta del poder del pueblo, y de que tratar de contradecirlo en una institucionalidad democrática es destructiva para el que trata de hacerlo.