Con la entrega del túnel bajo el redondel de Naciones Unidas se completó una
ambiciosa obra de cinco niveles destinada a facilitar el tráfico
de vehículos en un punto nodal del municipio de Antiguo Cuscatlán, zona de acelerado desarrollo inmobiliario y comercial del área
metropolitana de la ciudad capital.
De entrada es reconfortante ver invertido en cemento blanco
y barandales anaranjados el dinero de nuestros impuestos, en vez de verlo malversado en lujosas residencias, vehículos, viajes, joyas, corbatas y trajes de altos funcionarios del gobierno, o simplemente depositado en sus cuentas particulares.
Otra cosa será el análisis técnico de la necesidad, conveniencia, calidad y costo de oportunidad de obras como los pasos multiniveles, pero de entrada, así como en el juego de piedra, papel y tijera, la obra pública "mata" o gana, en aprobación de la gente, a cualquier otro gasto del gobierno.
En este
caso, es bastante claro que no se trata de un elefante blanco, de un capricho o de un invento del gobernante de turno o de alguno de sus funcionarios. También está claro, a diferencia del SITRAMSS, que en esta inversión de recursos del Estado no ha habido contubernio con intereses particulares para obtener privilegios o beneficios empresariales.
El ministro, Gerson
Martínez, dice que el conjunto de la obra pública
debe impactar el mapa
de pobreza extrema, el mapa de riqueza, el mapa de suelos, cuencas y micro
cuencas, el mapa
de integración territorial y el mapa de violencia. En el mapa de pobreza urbana,
que coincide en buena medida con el mapa
de violencia, destaca en la gestión del actual
ministro la prevención de riesgos a través de cientos de obras de control de cárcavas, pero sigue haciendo falta un trabajo más ambicioso de mejoramiento integral de asentamientos precarios como programa de gobierno y de desarrollo municipal.
La proyección estratégica de obras de infraestructura vial impactará en general la conectividad y la movilidad efectiva de la población. En el mapa de la riqueza, impactará la logística de las cadenas de suministros y la eficacia del sector exportador.
Cae por su peso que tal apreciación tendrá que validarse cuando se realicen las obras proyectadas en el interior del país, cuando se complete en el área metropolitana el corredor norte-sur, desde
Antiguo Cuscatlán hasta el periférico norte, y cuando se realicen los trabajos proyectados en el corredor perpendicular. Pero aún si eso se hace
bien,
tendrán que
enmendarse errores graves
y atascos en
otras
áreas,
como
SITRAMSS y Aduanas,
que
contradicen precisamente el objetivo que el ministro se ha trazado y ha definido en sus propias palabras como "contribuir a la movilidad de la población
y a la eficacia logística de la producción".
En lo inmediato, las obras del redondel de Naciones Unidas,
impactarán en
un
punto nodal
para
el crecimiento, mejorando el distrito de servicios y desarrollo inmobiliario y comercial más dinámico del país. Esto si se entiende la obra en conjunto con otros
desarrollos previstos para evitar cuellos
de botella, comenzando con la pequeña obra civil de ampliación y las medidas de ingeniería de tráfico proyectadas para descongestionar los vecinos redondeles de El Pedregal y El Espino.
Por el redondel-plaza de Naciones Unidas
circulan más
de 50,000 vehículos diarios,
según estudios de pre-inversión. Al ritmo de crecimiento del
parque vehicular, si no se hacían estas o similares obras, con el paso del tiempo el atolladero habría
sido descomunal. Desde
este
punto de vista,
la obra se realizó
con un criterio de necesidad y con una
lógica de sector y de corredor.
En su realización cabe destacar varios elementos encomiables, quizá normales en otros países, pero no tanto en el nuestro. Entre ellos el costo de la obra, la transparencia de la licitación y ejecución, la organización del tráfico
durante la construcción, el cumplimiento de los plazos, la preocupación estética, la consideración del derecho peatonal y la colaboración del sector
empresarial.
El paso multinivel del redondel de Naciones Unidas se realizó a un costo relativamente bajo, en torno a los
17 millones de dólares,
demostrando que no es la calidad la que encarece la obra pública,
sino la chapucería y la corrupción. Cuando hay decencia, transparencia y competencia, la calidad tiende a subir y el precio tiende a bajar. En este caso hasta el cemento salió más barato que el asfalto, y a la empresa constructora el presupuesto le alcanzó para obtener su legítimo margen de ganancia y para donar
al final el remozamiento del antiguo puente de Chiltiupán a Jerusalén.
Además de funcionalidad, a la infraestructura vial se le exige cada vez más que provea
elementos estéticos en el diseño y en la finalización; se le exige iluminación,
limpieza, color,
arriates, aceras,
consideración del entorno, integración sensata al paisaje
urbano y otros
elementos que hagan agradable a la vista el paso por el lugar. La obra gris puede ser funcional, pero sin estos elementos sería deprimente y no contribuiría a potenciar los distritos de mejoramiento residencial o comercial.
Tanto
para el costo
como
para la calidad funcional y estética de la obra fue
decisiva
la colaboración de la Fuerza Armada y de los empresarios de la zona, que cedieron los derechos de vía y las franjas de tierra necesarias para ampliar la pista vehicular y garantizar la movilidad peatonal. Si se hubieran tenido que pagar los derechos de vía, el costo habría
sido superior y la calidad de la obra tal vez menor, pero el ministro lideró y el empresario creyó y respondió. Esta manera de pensar y de negociar es la que se conoce
como "ganar-ganar".
Queda
pendiente la pronta recuperación de la plaza de Naciones Unidas,
afectada inevitablemente por la obra, así como la restauración de taludes, arriates y jardines del lugar, pero el proyecto entró ya en la categoría de las buenas obras públicas
que debemos emular. En línea
sigue la terminación de trabajos en el redondel Masferrer y la realización de un proyecto maravilloso en Rancho Navarra, pórtico de entrada a la ciudad capital. Felicitaciones al equipo ministerial.