Una ley para controlar lo que ven y piensan los salvadoreños

Esta nueva maniobra se presenta tratando de que se apruebe y que el Ejecutivo le dé una sanción exprés, aprovechando que no hay Sala de lo Constitucional debido al bloqueo que ejercen el partido oficial FMLN y sus aliados de GANA, el partido de la golondrina, para que no haya magistrados independientes que frenen los abusos.

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15 October 2018

La última y perversa ocurrencia oficialista es controlar los programas de televisión, del cable y de otros medios a través del Ministerio de Gobernación y un “consejo consultivo”, lo que viola el derecho fundamental a la libertad de expresión y se asemeja a lo que prevalece en Cuba, donde hay censura previa y lo que miran los súbditos es la basura que transmite la dictadura.

Para ello y alegando que quieren “promover una cultura de paz” se han inventado una ley que busca controlar lo que ven los salvadoreños, impedir que tengan acceso a lo que se dice, se discute y se analiza tanto en el país como en el mundo.

Pero lo más grave es que incluyen los noticieros, sobre todo si hablan sobre la violencia imperante en el país, lo cual no se puede interpretar sino como un intento de encubrir los fracasos que las autoridades han tenido para contener la ola de criminalidad.

En síntesis, el gobierno quiere decidir sobre lo que los salvadoreños deben ver en la televisión, en el cable y hasta en Netflix y los noticieros, según dijeron los diputados efemelenistas que promueven este adefesio en la Asamblea Legislativa.

Pese al repudio popular a esta clase de inventos, los diputados se resistieron la semana antepasada a enviar el proyecto al archivo y quieren “estudiarlo”, según dijeron, cuando una lectura somera del mismo lo único que produce es rechazo e indignación por su sola presentación.

Ya antes, teniendo el control del Tribunal Supremo Electoral (TSE), los efemelenistas impidieron por todos los medios que se escudriñara y recordara el pasado violento de sus candidatos.

Esta nueva maniobra se presenta tratando de que se apruebe y que el Ejecutivo le dé una sanción exprés, aprovechando que no hay Sala de lo Constitucional debido al bloqueo que ejercen el partido oficial FMLN y sus aliados de GANA, el partido de la golondrina, para que no haya magistrados independientes.

Aprovechan que no hay

quien pare los abusos

Así las cosas, los peores atropellos y las peores cosas pueden suceder, sin que la gente, la población esté plenamente informada, dependiendo de lo que se cuela por canales que no pueden controlarse pero que por lo mismo no ofrecen mayor credibilidad, pues al lado de lo que tiene algún sustento en la realidad se contrapondría la andanada de troles que difaman, insultan, simulan y tergiversan los hechos, como sucede con toda impunidad en las redes sociales.

Estos hechos cambian la forma de gobierno, pasando de una democracia que con dificultad ha venido operando, a una dictadura de hecho, a un Estado totalitario, donde los ciudadanos dejan de ser, en la medida en que lo han sido actores efectivos de la vida pública, convirtiéndose en una masa atropellada con poca capacidad de reacción, más considerando que el tropel de activistas que se mantienen con los impuestos de los salvadoreños formarían los grupos de choque para acabar con toda oposición, precisamente como está sucediendo en Venezuela y en Nicaragua.

De nada vale que la Carta sobre Derechos Humanos de las Naciones Unidas sea violada o que esto pisotee el sistema interamericano.

Literalmente está el país deslizándose en la barbarie, hundiéndonos en un estercolero sin que mucho podamos hacer, cayendo en la peor clase de situación imaginable.

La amenaza, o más que amenaza, el atropello en ciernes, debe despertar a todas las fuerzas vivas de la sociedad, además de pedir el auxilio de gobiernos democráticos y de las entidades que velan por los derechos humanos en el mundo y particularmente en el Hemisferio. No queda mucho tiempo pues las fieras rondan alrededor de nuestra civilidad, de lo que más preciamos, nuestras libertades, nuestra dignidad como seres pensantes.