¿Cómo confiar en un país donde se tolera y protege la corrupción?

El diplomático aludió a los escandalosos saqueos del dinero de todos los salvadoreños en el gobierno de Saca, que ascendieron a 301 millones de dólares, y el de Mauricio Funes, con 351 millones de dólares, según ha determinado la Fiscalía.

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09 October 2018

La Embajadora de los Estados Unidos, Jean Manes, dijo en una entrevista televisada que los Estados Unidos quieren un El Salvador “confiable”. Sin embargo, esto nunca va a lograrse si las decisiones se toman no para beneficiar a la población sino para servir los intereses del partido en el poder, si se apoyan dictaduras oprobiosas y se protege la corrupción.

La señora Manes no es la única que llama la atención del gobierno salvadoreño, sino también el Embajador de Alemania, Bernd Finke, quien considera que “es difícil convencer a los contribuyentes de Alemania o de la Unión Europea de la necesidad de invertir en un país donde florecen la corrupción y el nepotismo”.

“Si nos fijamos en las sumas malversadas que se mencionan en los actuales procesos de corrupción, tenemos que decir que no se trata de una cuestión de delitos triviales, sino de robos graves”, enfatizó.

El diplomático aludió así a los escandalosos saqueos del dinero de todos los salvadoreños en el gobierno de Saca, que ascendieron a 301 millones de dólares, y en el de Mauricio Funes, con 351 millones de dólares, según ha determinado la Fiscalía. Si a estos hechos le sumamos que el mismo partido de gobierno le aconsejó a Funes huir a Nicaragua cuando la justicia estaba tras él, menos confianza se puede tener.

La economía va en declive, mientras el oficialismo pretende tener más de cuarenta mil activistas pagados por presupuestos públicos.

Los únicos países confiables para el mundo democrático son aquellos que prosperan con su propio trabajo, que se esfuerzan para combatir la corrupción y la violencia y que además están regidos bajo un esquema de pesos y contrapesos institucionales, donde los jueces, fiscales y magistrados no caen en prevaricato protegiendo a unos y persiguiendo a otros por los mismos delitos.

La peor señal que ha dado el actual gobierno es su pretensión de controlar lo que se difunde en los medios informativos, lo que apunta a controlar lo que la gente piensa y sabe, el arma infernal de todos los totalitarismos, que buscan reducir a los hombres a la condición de zombies, donde el Gran Hermano está siempre vigilando, presto a fulminar a los que intentan escapar de tal condición.

Ahora quieren imponer leyes mordaza

Escapar, fugarse, desimbecilizarse es lo que tantos tratan de hacer cuando les toca vivir bajo dictaduras o regímenes demenciales, incluyendo teocracias como la de los talibanes, uno de cuyos más estremecedores ejemplos es el de la joven Malala, a quien enloquecidos atacaron e intentaron asesinar.

En el corazón de cada hombre libre hay una chispa de Malala, de ir siempre tras la luz.

No es confiable un régimen que deja caer los servicios públicos de salud, de mantenimiento de la infraestructura, de la seguridad, a una decrepitud deplorable, más cuando los titulares de las distintas carteras de Estado están como anclados en sus puestos pese a su incapacidad y, en numerosos casos, a su corrupción, la que la actual presidencia de Estados Unidos busca erradicar en el Hemisferio.

Los buenos y pensantes salvadoreños no quieren que sus connacionales dejen esta tierra, sino que se queden para recuperarla de los graves perjuicios causados en estos diez años, que todos en conjunto rescatemos a El Salvador de la insania y del fanatismo de un grupo que no entiende la civilización, que no respeta derechos y libertades esenciales de la persona y de la sociedad, que no agrega a la cultura, que no busca más que satisfacer su prurito de control humano.