La Patria se engrandece; ni se vende ni se entrega

Debemos proteger, como personas de bien, todo lo que de noble, de hermoso, de heroico, de amable hay en esta tierra. Hay que cuidar a nuestros niños, nuestras tradiciones, el trato amable entre unos y otros, la paz de los vecindarios y la paz de la campiña.

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14 September 2018

La fecha la llevamos cincelada en el corazón: ¡Quince de Septiembre! Nuestras ciudades, nuestras escuelas, nuestros niños, el país se engalana vistiendo de azul y blanco. Banderas en ventanas, a la entrada de empresas, en vehículos, en tiendas y oficinas. Es el recuerdo de desfiles, de bandas escolares, de cachiporristas, de lo que nos une como salvadoreños. Es nuestro Himno, que nos emociona y a veces hace llorar.

El 15 de Septiembre simboliza muchas cosas: la gesta y las visiones de nuestros Próceres, tomar control y ser responsables de nuestros destinos, rendir homenaje a aquellos que se sacrifican por la Patria, unirnos en un esfuerzo común por la prosperidad, la paz y la convivencia.

La Patria se ama, se protege, se engrandece. Como hijos suyos, y ese es un mandato moral y espiritual, estamos comprometidos a respetar y obedecer los principios en que se fundamenta la República, una visión y un conjunto de ideales que compartimos con todos los pueblos libres de la Tierra.

La lejana gesta, sellada con el redoble de campanas en la iglesia de La Merced, se ajustó a lo que era Centro-América entonces: pequeñas comunidades engarzadas en el centro geográfico de América.

El despotismo del rey español, Fernando VII, hizo que los pueblos de América se decantaran por la libertad, la igualdad y la fraternidad, ideales de la Revolución Francesa inspirados en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, fruto del Esclarecimiento y cuyas raíces espirituales y conceptuales se remontan a Akenatón, a Sócrates, a los estoicos y a Jesús. Es el esplendoroso legado y la esencia de la civilización occidental.

El reconocimiento de que la persona tiene derechos inalienables anteriores y superiores a la ley escrita, lo que ningún gobierno, ninguna legislatura, ningún plebiscito puede anular, obliga a gobernantes y gobernados a respetarse, a defender la libertad de otros y a promover un sistema de vida basado en las decisiones voluntarias de los ciudadanos pero enmarcado en el Derecho, la moral y un sistema político democrático.

Por extensión estamos todos obligados a acrecentar el patrimonio común, a cuidar las instituciones, a salvaguardar la unidad social básica que es la familia y a inculcar en las nuevas generaciones ese tesoro de ideas, de creencias, de propósitos comunes, de nobles finalidades que asociamos con la Patria.

Hay que heredar

libertad a nuestros hijos

La Patria es la maravillosa geografía de El Salvador, sus campos, sus paisajes, lo mejor de sus ciudades, la laboriosidad de tantos de sus hijos. Patria es el sentido del honor, ser leales a la palabra empeñada, el respeto a los padres y a las personas que destacan por sus obras. Patria es lo que compartimos con los hijos de otras buenas patrias, lo que nos solidariza con el que sufre, lo que incorporamos a nuestro acervo cultural de las excelencias que otros crean.

La Patria se honra y se fortalece, no se vende. Debemos proteger, como personas de bien, todo lo que de noble, de hermoso, de heroico, de amable hay en esta tierra. Hay que cuidar a nuestros niños, nuestras tradiciones, el trato amable entre unos y otros, la paz de los vecindarios y la paz de la campiña. La presente generación tiene que engrandecer lo bueno que Dios nos entregó para pasarlo a la siguiente. El mejor legado para nuestros hijos es un país libre.