Pontificando sobre la ideología de fracasados y farsantes

Hay que recordar que en una democracia conviven derechas, grupos indiferentes e izquierdas, pero no tienen cabida ni las patologías sociales como los anárquicos de ninguna naturaleza.

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12 September 2018

Por ahora los efemelenistas están envalentonados creyendo que los chinos continentales, abrumados por el grandísimo honor de ser reconocidos por el oficialismo salvadoreño, van a volcar dinerales que aquéllos estarán más que felices de usar en su provecho.

Por eso uno de sus dirigentes se atrevió por televisión a pontificar que el candidato de GANA, Nayib Bukele, es de “derecha” y representa una “falsa izquierda” que se apropia de viejos símbolos socialistas, lo cual los de la derecha y los salvadoreños escuchan riéndose por lo bajo porque saben que los aventureros no tienen bandera y su ambición y mezquindad no tienen límites.

Incluso el efemelenista le recriminó que al postulante de GANA que usa canciones de ellos, que incitan a la violencia y los resentimientos de la Guerra Fría (hace 50 años) y que nos llevaron a una guerra en 1980, con más de 70 mil muertos que deben de retorcerse en sus tumbas de ver el boato y la bonanza en que están los dirigentes de la guerrilla que decía “luchar por los pobres”.

Hay que recordar que en una democracia conviven derechas, grupos indiferentes e izquierdas, pero no tienen cabida ni las patologías sociales como los anárquicos de ninguna naturaleza.

A ningún partido socialista, de izquierda, en el mundo se le cruza por la cabeza mandar a asesinar a intelectuales u opositores, ni menos formar grupos armados para agredir una nación y destruir lo que tengan a su alcance, como ocurrió aquí. Si un miembro del movimiento de izquierda holandés propone perpetrar secuestros para financiar sus actividades, los otros miembros o llaman a la policía o al manicomio para que lo encierren, además de meterlo en una camisa de fuerza, por padecer una grave sicopatía.

De allí que tampoco es de sensatos andar reivindicando las locuras de la guerra ni cerrándose al hecho de que cayó el Muro de Berlín con su glorioso “bloque socialista de naciones”.

Lo de los chinos

continentales es diferente

Las cosas con los chinos continentales son diferentes, distintas de las relaciones que El Salvador ha mantenido históricamente con naciones como Japón, Corea del Sur y la República de China, o los países de la región que cuentan con gobiernos decentes, lo que excluye narcodictaduras como la venezolana.

Lo esencial de las democracias es la transparencia en lo que se hace y se mueve dentro de los gobiernos, lo que en primer lugar concierne al manejo de presupuestos estatales, que son dineros que pertenecen al público, a la gente.

Esa fue la razón por la cual fracasó el “renteo” a Taiwán: una democracia no puede tener partidas para chantajes aunque las tenga para asistencia exterior. Y cuando no hay claridad la democracia puede morir, como el lema adoptado por Amazon para su periódico, el Washington Post: las democracias mueren en la oscuridad.

No cabe allí, como acá, que el gobierno use fondos públicos para pagarle salarios y darle a protección a individuos acusados de robar cientos de millones de dólares a los salvadoreños.

Los lazos “socialistas” que los efemelenistas creen encontrar en los chinos no son un sentimiento guerrafriísta o un ciego fanatismo. Recuerden que los chinos continentales son muy pragmáticos y con un sistema tanto capitalista como socialista.

No espere el partido oficial una relación fraterna y fluida con ellos como la tuvieron con el gobierno de Taiwán o incluso con los Estados Unidos, sobre todo porque no tardarán en estar pidiéndoles cuentas de sus ayudas y no dejarán que el dinero se vaya por agujeros negros como con los negocios de Alba.