Los Cuatro Magníficos dejan un noble legado moral y jurídico al país

Una y otra vez, este Tribunal Constitucional revirtió actos y decisiones arbitrarias del oficialismo, al mismo tiempo que amparaba a ciudadanos que buscaban protección. A cambio de todo esto fueron blanco de ataques, presiones e intimidaciones del efemelenismo y sus aliados.

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13 July 2018

Los cuatro magistrados salientes de la Sala de lo Constitucional, Belarmino Jaime, Florentín Meléndez, Sidney Blanco y Rodolfo González, han sido la mayor garantía de los ciudadanos en la defensa de sus derechos fundamentales, en protegerlos de los abusos, desmanes y truculencias del grupo en el poder, tan inclinado a sobreponer sus intereses sobre el Orden de Leyes, la convivencia pacífica de la sociedad y el desarrollo económico. Con sus fallos la Sala deja valiosa jurisprudencia, ejemplo cívico y guía moral a quienes les sustituyan, a los futuros magistrados.

Una y otra vez, este Tribunal Constitucional revirtió actos y decisiones arbitrarias del oficialismo, al mismo tiempo que amparaba a ciudadanos que buscaban protección, como enfermos crónicos a quienes clínicas y hospitales estatales les negaban medicamentos o recibir compensaciones monetarias por daños sufridos a causa de actos arbitrarios.

La Sala ordenó que se revelara la información sobre los gastos y viajes de la pareja Funes y su círculo íntimo, acusados ahora del saqueo de $351 millones de las arcas del Estado, o “el robo del siglo”, como se le conoce también.

Entre las principales ejecutorias de la Sala también están:

—impidieron abusos de Funes y del efemelenismo con la manipulación de partidas presupuestarias;

—destituyeron a funcionarios que se denunció que eran agentes del oficialismo y sus aliados en la Corte de Cuentas, el Tribunal Electoral y otras entidades;

—frenaron acuerdos como la entrega de las calles principales a un negocio privado del efemelenismo, el Sitramss;

—dejaron claro que un juez o funcionario que imparte justicia en cualquiera de sus instancias (electoral, de cuentas, etc.) no puede pertenecer o responder a ningún partido o secta;

—propiciaron el conocimiento de la población sobre los candidatos a diputados por medio de listas abiertas para que las decisiones no las tomaran las cúpulas partidarias;

—promovieron la lucha contra la corrupción fortaleciendo Probidad;

—frenaron el manoseo de los fondos de pensiones;

—difundieron activamente la Constitución y la repartieron por millares entre los habitantes de los 262 municipios.

A cambio de todo esto fueron blanco de constantes ataques, presiones e intimidaciones de parte del efemelenismo y sus aliados.

Se van pero allí seguirán

velando por los salvadoreños

Los fallos de la Sala se fundamentaron en principios morales, en su interpretación racional, en principios que están por encima de toda legislación, de todo acto humano, derechos y libertades inalienables, un patrimonio espiritual común a todos los hombres, lo esencial de la dignidad humana en sí misma.

Esos principios se labraron en piedra por Hammurabi, rey de Babilonia, en una estela que se encuentra en el museo de Louvre y que nos recuerda a todos que las fuentes del Derecho, de la civilización, son inmutables, como se consignó en parte en la Carta Magna de Inglaterra y la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos.

Al salir, la Sala deja tareas esenciales a sus sucesores, hacer valer reclamos históricos como esclarecer la desaparición y asesinatos del embajador Archibald Dunn y de Roque Dalton, la justicia sobre las atrocidades de la guerra de uno y otro bando y que se llegue a una verdadera reconciliación; la erradicación de los intentos por romper los balances de poderes, los pesos y contrapesos institucionales, para condenar o absolver a personas a base de amenazas, presiones y griteríos.

Se van, pero estamos seguros de que continuarán velando por todos nosotros, vigilando para que los venideros magistrados y jueces continúen en la defensa de los derechos y libertades esenciales de todos los salvadoreños.