EE. UU. no va a separar más a los niños de sus padres inmigrantes

Los inmigrantes siempre son una riqueza, comenzando por el elemental hecho de que tienen que trabajar para comer, prestar servicios que otros valoran y sin los cuales sus vidas tendrían una menor calidad.

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21 June 2018

Las tormentas de estos últimos años son el resultado de los vientos que se sembraron hace medio siglo.

El drama que, a Dios gracias, ya se superó ha sido la separación forzada de niños de sus padres, niños que en el largo trayecto hacia Estados Unidos corrieron toda clase de peligros, incluso la muerte.

Los niños, seres indefensos y vulnerables, siempre son las víctimas de guerras, revueltas, catástrofes económicas, como en nuestro suelo, donde tantos quedan en la orfandad, el abandono y ahora muchos de ellos separados de sus padres, lo que se dice va a cambiar después del repudio mundial suscitado.

En El Salvador hubo una guerra de 12 años que provocó la emigración masiva y tras firmar la paz, en 1992, se suprimió un cuerpo clave de seguridad territorial, la Guardia Nacional, lo cual generó un vacío de autoridad y profundizó el éxodo hacia el Norte o al país que fuera para escapar de las depredaciones del crimen organizado.

Los niños que permanecen aquí sufren la ineficiencia de los que están al frente de Salud Pública y que no suministran los medicamentos ni los equipos que requieren esos servicios, especialmente para los pequeños pacientes afectados por cáncer, enfermedades cardiacas y otras serias dolencias.

Para colmar la copa de amarguras, se decretaron leyes que agravan la situación de los niños, desde barreras casi infranqueables para adopciones hasta disposiciones que más bien favorecieron el reclutamiento de menores en las pandillas.

Cuando hace muchos años Fidel Castro habló en las Naciones Unidas, el final de su discurso, lleno de hipocresía, fue que mientras en el mundo hubiera niños sin un pedazo de pan cada mañana, no se podría hablar de justicia... etcétera.

Y no tener ese “pedazo de pan” ni medicinas ni buenos libros ni escuelas decentes ni maestros que no los indoctrinen, es precisamente lo que sucede cuando castristas o demagogos se hacen con el poder, como está pasando en Venezuela, donde muchísimos recién nacidos mueren por la falta de incubadoras o vacunas.

Cada inmigrante que trabaja,

aporta riqueza a una nación

La gente siempre es una riqueza, pero excluyendo a sicópatas, fanáticos y asesinos. Y en el mundo donde una gran potencia, China, pesa con su billón y medio de habitantes, la defensa de las naciones democráticas es unirse para contrarrestar ese poder, ahora bajo una dictadura que pretende mezclar el agua con el aceite, ser comunista y capitalista a la vez.

Los inmigrantes siempre son una riqueza, comenzando por el elemental hecho de que tienen que trabajar para comer, prestar servicios que otros valoran y sin los cuales sus vidas tendrían una menor calidad, como personas que requieren cuidados permanentes o restaurantes o talleres que usan esos servicios.

Los inmigrantes se cuidan mucho de no violar las leyes, de ser honestos, de ser buenos vecinos, pues al no ser así quedan en la mira de otros y de las autoridades.

A diferencia de inmigrantes del Medio Oriente o de Asia, los hispanos encajan con la cultura occidental, son cristianos en su mayoría, hablan un idioma, el español, común en el mundo y en Estados Unidos, son limpios en su mayoría. Y, repetimos, si no trabajan, no comen, lo que asegura su productivo aporte a las sociedades a las que entran a formar parte.