Un museo dedicado a Buda en una pequeña ciudad alemana

El creador del museo hizo una gran fortuna colocando cableados en pequeñas ciudades a lo largo del Mosela y se enfrentó al saqueo fiscal del gobierno alemán con una solución que ha beneficiado a los amantes del arte y los devotos del budismo.

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15 June 2018

Hasta su adolescencia, el joven príncipe vivió en los palacios y jardines de su padre, el Rey, que lo educaba para ser su sucesor, ajeno a las realidades del mundo que estaba al otro lado de los muros.

Pero un día el joven cruzó el velo de piedra que le ocultaba la realidad, vio las pobrezas, los conflictos, las pequeñeces y las miserias que sacuden el mundo y de inmediato inició su apostolado para ayudar a los que sufren, a las víctimas del odio, a los seres agitados en sus almas por malas pasiones, las víctimas de la incertidumbre y la ignorancia, los atormentados por su inexorable mortalidad.

El Buda, sus enseñanzas y su consuelo pronto se transformaron en esperanza y guía de millones de seres en Tíbet, en el sudeste de Asia, en China y Japón, en el mundo entero.

Hay grandes regiones donde el budismo es religión y esperanza, donde se veneran las imágenes de Buda, se siguen sus enseñanzas y se construyen grandes santuarios para honrarlo, como el de Angkor Vat en Camboya arrasado en parte por los jemeres rojos en los años 70, una versión de la demencia comunista que costó la vida a casi la mitad de los camboyanos y destruyó mucho de Angkor.

Cada pueblo que profesa el budismo representa al Buda en distintas y sorprendentes formas, desde las severas imágenes tibetanas, hasta los budas dorados y llenos de ornamentos, los delicados budas de rasgos femeninos... en Kamakura, Japón, se levanta un Buda de más de quince metros de altura, en bronce, como los serenos budas en piedra al sur de la India, en las vecindades de Madras, también de varios metros de longitud, que son de los grandes tesoros artísticos de la humanidad.

En Kandahar, Afganistán, hubo dos budas gigantescos, casi réplicas de los budas de Madras, que fueron bombardeados por un enloquecido musulmán, que aplicaba a la letra la prohibición del Corán de representar seres vivos, pese a que esos budas fueron creados antes de que Mahoma naciera, mil años antes, lo que se ha repetido con la destrucción de la tumba de Jonás y los templos de Palmira por los dementes del ISIS, que a Dios gracias nunca entraron a Bagdad, donde habrían perpetrado las peores tropelías.

Cientos de estatuas en piedra, tallas en madera policromada, de pinturas y miniaturas de budas provenientes de distintas partes de Asia, incluyendo Japón y China, se atesoran en un museo de la pequeña ciudad de Traben sobre el río Mosela, la región donde se producen algunos de los mejores vinos blancos del mundo, un museo excepcional que tiene una historia muy interesante.

Cada Buda encierra

facetas de las

enseñanzas de Gautama

El creador del museo hizo una gran fortuna colocando cableados en pequeñas ciudades a lo largo del Mosela y se enfrentó al saqueo fiscal del gobierno alemán con una solución que ha beneficiado a los amantes del arte y los devotos del budismo: lo que compraba como arte no paga impuestos; y así se creó la colección.

Hay budas de todas las escuelas, budas dorados, budas ennegrecidos por las velas de sus devotos, budas todos delgados, todos reflejando el espíritu y las prácticas de sus devotos, budas de pie, sentados, yacentes, budas de múltiples brazos y varias cabezas, budas en preciosas miniaturas...