Zuckerberg, el Congreso y las plataformas sociales

En las comparecencias, donde hubo sensatez y cortesía de ambas partes, se destacó un hecho muy importante: que no se puede legislar ni prohibir la libertad de expresión, pero queda siempre el grave problema de las incitaciones al odio.

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Por Elizabeth Castro

13 April 2018

En la comparecencia del fundador y responsable de Facebook, Mark Zuckerberg, ante el Congreso de Estados Unidos, queda claro una realidad con la que debemos todos vivir: es imposible, en última instancia, esconder información, pues siempre hay hackers capaces de romper los algoritmos más complejos. Como dijo Zuckerberg, hasta su propia información fue parte de lo robado.

El único remedio parece ser meterle mecha a archivos e historiales, como hicieron en Economía con información que se dice era comprometedora.

Hay, como también se dice, “seguridad en las montañas de información que se manejan en el mundo, pero, por otra parte, los buscadores pueden analizar billones de datos en minutos, como cuando se escudriñan llamadas en el mundo buscando señales de actividades criminales o terroristas.

Facebook, así como las miles de plataformas de primer nivel que contienen información, mueven datos a la velocidad de la luz, pero que no son escondites seguros lo comprueba cómo los investigadores británicos han rastreado el asesinato de un exespía ruso y el intento de homicidio a su hija, al propio Putin, como así aclararon las muertes de otros perseguidos por los rusos usando polonio, una sustancia tan tóxica que unos cuantos gramos pueden enviar al otro mundo a toda la población de Francia.

El polonio, cabe anotar, fue descubierto por Madame Curie y su esposo y hasta hoy solo puede entrarse en el laboratorio de ellos vistiendo trajes de plomo especiales, pues el sitio es una especie de agujero que conecta con el infierno...

En las comparecencias, donde hubo sensatez y cortesía de ambas partes, se destacó un hecho muy importante: que no se puede legislar ni prohibir la libertad de expresión, pero queda siempre el grave problema de las incitaciones al odio (la esencia de las prédicas de la extrema izquierda aquí y en todas partes), a perpetrar crímenes, a divulgar material obsceno o atentar contra niños. Y para evitar que esa clase de contenidos se divulguen en las plataformas sociales, Zuckerberg dijo que tenían alrededor de veinte mil personas espulgando la información, veinte mil ubicadas en todo el mundo, ya que la plataforma es una especie de comunidad global.

No se trata de censores como los que existen en las dictaduras o durante los oscuros años de las inquisiciones, sino de ojos que se ocupan de mantener los contenidos y las comunicaciones dentro de lo útil, lo decoroso, lo necesario y lo importante.

¿Dónde podrá esconderse

una persona en el futuro?

Facebook hace con la información lo que Google hace con las imágenes, que fotografían en tiempo real, desde satélites, toda la Tierra, pero que aún no han llegado al suficiente detalle como para seguir la pista de un embarque de droga desde Venezuela hasta la frontera de Arizona vía rutas centroamericanas.

Concebiblemente llegará el momento en que cada uno de nosotros sea seguido, paso a paso, en sus movimientos fuera de sus casas y Dios sabe si también dentro...