Esos salarios demagógicos causarán gran desempleo

El mundo no puede reducirse a fórmulas, dogmas de libros sagrados (Marx), pensadas de gente que no sale de sus cápsulas ideológicas ni menos a lo que se contempla a través de cristales empañados por el odio y el desconocimiento.  

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21 February 2016

"Después de tres años de millonarias pérdidas a raíz de la sequía, reducciones muy fuertes en la producción y deudas excesivas con los bancos”, el oficialismo tiene la ocurrencia de presentar una propuesta de aumento al salario mínimo en la ciudad y el campo, que tendría graves efectos sobre el empleo, la economía y la estabilidad social del país.

“Si fuera apoyo al agro, por lo menos nos tomaran en cuenta”, han dicho los voceros de varios sectores, lo que reafirma el asfixiante problema no sólo del agro, sino que del país entero: los miembros del actual gobierno decretan leyes, imponen regulaciones, toman medidas y actúan a su aire, sin oír a nadie que no sea parte de su grupo.

Es evidente que el MAG, encabezado por personas que se dice que nunca sembraron ni una milpa, no está al tanto de los problemas que afronta el sector, y no sólo no están al tanto, sino que ni siquiera parece interesarles lo que sucede.

Pero no deben condiciones reales, que varían de cantón en cantón e inclusive de una parcela a otra en una finca o hacienda, tratarse como si “todo fuera lo mismo”, o apenas diferenciando lo que son cafetales, milpas o ganadería.

Uno de los que capitanean a los comunistas dijo que los aumentos “no son sacados de los pelos”, sino que responden a un análisis. Pero no se expone cómo se llegó a esas cifras que chocan frontalmente con lo que se vive en la agricultura.

El Salvador no puede estar sujeto, como los niños o adultos que no son capaces de valerse por sí mismos, a lo que “el maestro dicta”, dictando sin dar razones, lo que en español se llama prepotencia, soberbia.

El mundo no puede reducirse a fórmulas, dogmas de libros sagrados (Marx), pensadas de gente que no sale de sus cápsulas ideológicas ni menos a lo que se contempla a través de cristales empañados por el odio y el desconocimiento.
 

Desconocer las realidades
amenaza a los salvadoreños
  

 Reglas y disposiciones pueden imponerse por la fuerza, pero la economía, que es impersonal, se ajusta y aplica sus sanciones. Y los que tienen que actuar y trabajar con los pies sobre el suelo no tienen otro remedio que adaptarse o perecer.

Adaptarse en el caso de los agricultores significa reducir empleo (pues muchos de esos empleos que se ven forzados a suprimir no son sostenibles) o mecanizarse, o irse por cultivos que requieren menos mano de obra o abandonar lo que hacen.

No es insensibilidad ni desconocimiento del costo de la “canasta básica” o lo que sería deseable, como el pequeño grupo de sindicalistas que pretende un salario de quinientos y no de trescientos, sino realidades: la agricultura no está en condiciones de pagar esos salarios.

Y como no está en condiciones, habrá desempleo inevitablemente, afectando sobre todo a los viejos, a las mujeres y a los débiles más que a los jóvenes y vigorosos, dañando a los que precisamente se tendría que ayudar.

Fuera de la burbuja del partido comunista está el mundo de la realidad, los que tienen que trabajar, producir, comerciar, exportar, para llevar el pan a la mesa de sus hogares.

Son los marginados por el grupo en el poder, pero son también los que con su labor pagan los impuestos que sostienen a esa improductiva clase.