La escuela de Huizúcar y la situación de El Salvador

Como nos dice un conocedor de nutrición infantil, más valdría dar a los escolares Incaparina, que no requiere de refrigeración y tiene más nutrientes, que la leche política

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09 junio 2014

En la visita que hizo el presidente Sánchez y el ministro Canjura al Centro Escolar "Ojo de Agua", en Huizúcar, a la par del entusiasmo y la alegría de la directora por ese encuentro, aprovechó ella para enumerar las dificultades y carencias más importantes que afrontan, entre ellas:

La parte trasera del centro colinda con un barranco por lo que necesitan un muro o un tapial, a ello se suman las condiciones precarias de los lavaderos y la cocina, requieren de un nuevo salón de parvularia, mejorar las áreas administrativas, construir una bodega, reparar los sanitarios y construir más aulas para tener un tercer ciclo, ya que ahora la escuela sólo cubre la primaria.

Las escuelas de casi todo el país afrontan similares penurias, lo que es causado entre otras cosas, por los errados programas sociales que impulsó el desgobierno anterior –el vaso de leche, los uniformes que se deben a los proveedores, los cheques a las personas de la tercera edad, siempre que llenen los correctos perfiles políticos, etcétera.

En cuanto al vaso de leche, nadie pone en duda que esa leche es esencial para alimentar terneritos, pero es discutible que beneficie a los niños y a los adultos como para repartirlo a lo largo y ancho del país.

Y como nos dice un conocedor de nutrición infantil, más valdría dar a los escolares Incaparina, que no requiere de refrigeración y tiene más nutrientes, que la leche política.

Los uniformes y el vaso de leche fueron parte de las ocurrencias estrella del anterior mandatario quien, en su desastroso paso por la presidencia, no adelantó más ideas ni hizo analizar las pocas que tuvo. Pues de mayor beneficio habría sido y será atender las necesidades físicas de las escuelas, que repartir uniformes.

Tomó veinte años

volver a poner al país en sus pies

Lo triste de la visita a la escuela de Huizúcar es que el país entero afronta, mutatis mutandis, similares dificultes: la economía está en alas de cucaracha, la inversión se ha desplomado, cada vez es más difícil para la gente conseguir buen empleo, los jóvenes afrontan enormes dificultades para incorporarse al mundo del trabajo, la violencia se ha incrementado a niveles enajenantes… el único que pasó de la modestia a la resplandeciente prosperidad… nuestros lectores y la gente con los ojos abiertos, saben muy bien quien es.

Superar esa caída, reactivar la economía, reparar y mejorar la infraestructura no sólo escolar sino también la del gobierno entero, es el gran reto que afronta el presidente Sánchez, como lo encaró y, en parte sustancial, lo consiguió ARENA al llegar al poder y encontrarse con un país en bancarrota que había retrocedido más de una generación en su desarrollo.

Tomó veinte años recuperar los niveles de producción e ingreso que el país había alcanzado a finales de la Década de los Sesenta.

A diferencia del desgobierno que acaba de finalizar, el nuevo mandatario promete oír, dialogar, replantear lo que de malo y de ineficiente descubra. Y en ese descubrir tendrá la colaboración de los buenos salvadoreños, quienes van a señalar, opinar, proponer y meter el hombro para que El Salvador detenga la caída y retome el ascenso. Y mejorar la educación, que pasa por mejorar las condiciones prevalentes en las escuelas, es un objetivo que comparten las familias, deseosas de que sus hijos tengan las herramientas para labrarse un buen futuro.