Ahora es la publicidad libre a la que están acechando

En el cerco que se está cerrando sobre la información y de acuerdo con el nuevo proyecto de ley mordaza que está "en estudio" en la Asamblea, se mencionan restricciones a la publicidad

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10 abril 2014

Como señalamos en su momento, el decisivo papel que desempeña la publicidad en un país y en el mundo no tiene su paralelo bajo las dictaduras ni menos en regímenes comunistas, donde la gente no escoge sino que recibe. Y recibe mendrugos, ropa de mala calidad y un mismo color, escasos alimentos.

No se tiene lo que uno quiere sino que se toma lo que los cupones de racionamiento le entregan, como ha sido en Cuba por más de medio siglo y se anuncia ya en Venezuela.

¿Qué va a publicitar un fabricante de quesos en Caracas, cuando probablemente esté a punto de cerrar, no consigue leche para procesarla y de todas maneras los pobres venezolanos compran lo que encuentran?

Pero en el cerco que se está cerrando sobre la información y de acuerdo con el nuevo proyecto de ley mordaza que está "en estudio" en la Asamblea, se mencionan restricciones a la publicidad, tomándola como una especie de engaño al público, gasto no del todo necesario y promotora de lo que llaman consumismo. Y como ya lo dijimos: ¡Publicistas, poned vuestras barbas en remojo!

Más de alguno cae comprando el ungüento mágico, como cayeron con lo del "cambio seguro" del candidato Funes. Pero por lo general la gente cuida su dinero, examina lo que compra o intercambia y castiga a los malos comerciantes y a los malos productos dejando de comprar y, además, proclamando a los cuatro vientos su decepción.

Y tanto los publicistas, como los diarios, publicaciones, emisoras, etcétera, excluimos cierta clase de publicidad, por ejemplo, avisos de brujos, reclutamiento de jóvenes y lo que mal huela. En un periódico se pueden procesar cientos de avisos diariamente, pero cuando uno se sale de la norma, el vendedor lo somete a consideración de su jefe.

La publicidad es siempre información, tanto más valiosa en la medida en que quienes la leen o escuchan están lejos de centros urbanos. Leyendo las ofertas de almacenes o supermercados, la gente del interior se entera de los precios o la presencia de nuevos modelos o nuevas tendencias en la moda o el consumo.

No cesan en sus meneos

para ponerle bozal a El Salvador

Hay oficinas públicas que leen las ofertas y demandas de empleo que se publican en EL DIARIO DE HOY, para medir tendencias económicas o que orientan a estudiantes a escoger carreras universitarias o proseguir estudios.

Hoy en día, con el acceso casi sin límites al mundo, cualquiera se informa sobre lo que viene en la moda, de nuevos productos y de nuevas tecnologías al alcance de los usuarios, como saber de efectos inesperados en medicinas o cosméticos. Y, en su mayor parte, conocerlos se debe a campañas publicitarias, tanto externas como internas.

Pero la naturaleza de las dictaduras rechaza que la gente conozca, que informe y se deje informar, que hable "más de la cuenta".

Esa es la razón por la que el actual régimen, que está en transición a convertirse en una dictadura o ya lo es, viene haciendo lo posible para esconder información (como los gastos de Funes o el nombre y salarios de los asesores legislativos del partido rojo), dispensando zanahorias a los lambiscones y persiguiendo a los medios independientes.

En eso encaja lo de medios oficiales, que son oficinas de alabanzas y refugio de inútiles pero que nadie lee ni escucha. Pravda o, más bien, el Granma local, se subsidia.