Recrudecen los asesinatos contra la gente indefensa

Para las víctimas no hay socorro e inclusive no hay protección cuando denuncian los hechos, pero esas denuncias no prosperan o, lo que es peor, llegan a oídos de los bandoleros y estos toman venganza

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28 abril 2014

Una joven madre que llevaba en brazos a su hijo de un año fue asesinada por extorsionistas en la comunidad Nueva Trinidad, pese a que, un tiempo antes, ella había cerrado su pequeño negocio por la imposibilidad de pagar "la renta".

Y el no pago de esa renta en nuestro país, a lo largo de cinco años, el quinquenio del desastre, significa la pena de muerte sin que los hechores, en la mayoría de casos, sean castigados.

No son muchos los que justifican, como lo dijo Funes en Estados Unidos, la extorsión viene a ser una forma de sostener las familias de los pandilleros. Bajo tal criterio todos los delitos se podrían justificar, incluyendo secuestros y puntos de asalto en las carreteras.

Una muerte más, es sólo un número en las estadísticas oficiales, a las que siguen propuestas para "reeducar y reinsertar" e inmovilidad frente a la carnicería de gente indefensa.

Cada muerte es una espantosa tragedia para una familia, una comunidad, para niños que quedan en la orfandad y van a crecer sin los cuidados de su madre, para hermanos que pierden hermanos, padres a sus hijos, amigos a sus amigos… y este costo se paga en desaliento y desconfianza, en inseguridad, en miedo a meterse en negocios, en una terrible carga sobre la pequeña y mediana empresa y, por consiguiente, en toda la economía del país.

No "pagar la renta" es un acto pasajero, una situación que una persona no puede remediar cuando no hay dinero, lo que pone en indefensión a las víctimas de los extorsionistas. Pero lo que luego estos perpetran, un asesinato o la matanza de familias enteras, no sólo es irremediable, sino que los sufrimientos quedan de por vida, un suplicio eterno.

Y para las víctimas no hay socorro e inclusive no hay protección cuando denuncian los hechos, pero esas denuncias no prosperan o, lo que es peor, llegan a oídos de los bandoleros y estos toman venganza.

No cumple el Estado su función de proteger a la gente

Al asesinato de la indefensa madre se suma el de un padre y su hijo que deja a diez niños en la orfandad, como el de otro padre y dos de sus hijos a quienes dieron muerte a balazos cuando se conducían en un vehículo de trabajo.

Estas muertes son un horror, pero más lo son las elucubraciones de quienes proponen "fomentar el deporte" para que cesen los homicidios, o programas para "educar" desde la primaria, o pactos y tratos. Entretanto, las pandillas han iniciado ataques contra policías, soldados en licencia, patrullas de vigilancia, serenos. Lo que sigue son tanquetas...

Voceros de la Embajada de los Estados Unidos han declarado que siguen de cerca la situación de la criminalidad en El Salvador, pero que de ninguna manera van a participar en pactos o treguas.

No lo hacen porque en ningún país civilizado se plantean arreglos con el crimen organizado, ni menos cuando las matanzas van en incremento. Hacerlo es una especie de derrota parcial de una de las primordiales funciones de un Estado, cual es la seguridad interna y la protección a los pobladores.

Víctimas son todos, las familias que pierden a sus seres queridos, en un primer lugar, luego los hechores esclavizados en esquemas que machacan sus mentes y sus vidas, existencias sin redención posible en situaciones infernales, el legado de las prédicas de odio.