De un honesto amorío a prácticas depravadas

Depravados los hay en todas las latitudes y en todos los tiempos. Reclutar mujeres para dar servicio al señor se convierte en una forma de ganar influencia, hacer negocios y caer en ilícitos

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19 enero 2014

Francia está desgarrada por un dilema: ¿una aventura amorosa del presidente Hollande debe manejarse como un asunto privado, o invade la esfera de lo público, de lo que hay que conocer y debatir?

No se trata de un lance fugaz, un dulce suceso de un plenilunio, sino de un amorío consolidado, un romance "entre dos adultos conscientes de lo que hacen".

La historia de Francia es rica en esas pasiones, como la de otro Francisco, Francois Ier, el adversario de Carlos V, con Diana de Poitiers, a lo que se suman las conquistas del Rey Sol, los lances de Luis XV (entre ellos con la Du Barry y la gloriosa Pompadour), Bonaparte con María Waleska… hasta el socialista Mitterrand, el de la bufanda, traicionado por su libido.

Pero un señor Presidente, Hollande, que va en una motocicleta, disfrazado con su casco, al amoroso rendezvous…

Que un rey de Francia se disfrace para hacer de las suyas –seducir, poseer y darse a la fuga, al estilo salvadoreño— es ya otro asunto, uno que en parte fue inmortalizado en el drama de Víctor Hugo, que es el tema de la ópera Rigoletto, donde el personaje ya no era rey sino el duque de Mantua.

La invasión de lo privado por la revista Closer –que reventó el suceso-- dio lugar a serios comentarios, más ahora cuando se está procesando a News of the World, un diario inglés, por las escuchas a personajes de la vida del país. Si una escucha es delito, la infidencia de Closer debe verse también como tal.

El editorialista de Le Monde debate el asunto partiendo de la regla ética del periodismo estadounidense: "Sólo una necesidad pública imperiosa justifica la invasión de la vida privada". Esta necesidad surge cuando del amor se pasa a la perversión, cuando se comprometen dineros públicos para alimentar un vicio, el de las mujeres, por la cabeza de un gobierno o de un prominente funcionario; cuando los asuntos de buen gobierno se hacen de lado por las insaciables exigencias de la cabeza de un régimen.

No existe oficialmente el cargo de rufián del gran señor

Depravados los hay en todas las latitudes y en todos los tiempos. Reclutar mujeres para dar servicio al señor se convierte en una forma de ganar influencia, hacer negocios y caer en ilícitos, pues muy pronto las demandas crecen, las mujeres se reclutan en otras latitudes y los dineros públicos van a parar donde no deben.

No lo hay formalmente pero sí informalmente, el cargo de rufián al servicio del hombre en el poder. Y el rufián al saber mucho, influye mucho pero también puede extorsionar…

En la leyenda griega se narra del tributo en doncellas que varios pueblos tenían que hacer para saciar el apetito de un monstruo, el Minotauro (mitad hombre mitad toro) que se alimentaba con carne humana. La cuota se llenaba por la fuerza, como ahora las cuotas se cumplen con halagos materiales o dineros, lo que cae en otro ilícito: el de inducir a la prostitución a jóvenes que normalmente lo rechazarían.

La revelación total, piensa el analista de Le Monde, puede llevar a la sociedad total…itaria, a la dictadura que se vale del chantaje, de las fotos comprometedoras, para doblegar la voluntad de los súbditos.

Informar siempre es caminar sobre campos minados, al borde de precipicios, acechados por fieras.