Trump niega haber dicho lo que se le atribuye

La mayoría de salvadoreños que en una u otra condición viven allá son respetuosos de la ley y encajan bien con sus vecinos y compañeros en el trabajo. No puede juzgárseles por lo que exaltados aquí y delincuentes allá andan haciendo.

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Por Mirna Navarrete

15 January 2018

Tratándose de una reunión a puerta cerrada en el Congreso de Estados Unidos, en la que los asistentes se comprometen a no revelar lo que se trata en ella, no puede asegurarse que el presidente Trump haya dicho lo que le atribuyen y que nos llevó de encuentro junto a otros países.

Pero hay mucho que irrita a Trump, comenzando por la insultadera a Estados Unidos en un acto al que asistió el precandidato efemelenista pero sin tomar distancia del escándalo.

Una de las piedras en el zapato presidencial, son las pandillas criminales, herencia de la violencia guerrillera sobre El Salvador, que perpetran tropelías a diario en el territorio estadounidense. Trump se propone erradicarlas pero no lo logrará si deportan a El Salvador criminales que mantienen lazos con sus secuaces allá.

El problema viene de lejos, pues fue “la comunidad internacional” la que forzó negociaciones con grupos violentos, como está sucediendo actualmente en Colombia, que corre riesgo de consolidar un territorio del narcotráfico en unión con Venezuela, lo que se convertiría en una amenaza de horror para el Hemisferio y el mundo, pues una cosa son cárteles que operan al margen de la ley y otra muy distinta, gravísima, cuando es una operación amparada por un estado.

Lo más cerca que se ha llegado en ese sentido es el tráfico de heroína bajo tutela de los talibanes en Afganistán.

Echar unos grupos contra otros, la vieja táctica comunista y lo que se viene escenificando a lo largo de la historia, siempre plantea lo de “sabemos cómo comienza pero no cómo va a terminar”. Y en este caso, alentar regionalismos y xenofobia es más camino del desastre que la ruta hacia sociedades tranquilas.

Pero es obvio que alcanzar una relativa paz social requiere el concurso de al menos una mayoría que esté dispuesta a hacer de lado diferencias y hasta rencores para alcanzar tranquilidad en el trato de unos con otros.

Y en tal sentido no ayudan nada las arbitrariedades, como eso de desconocer los escalafones de personal hospitalario y causar un conflicto que ni ellos ni nadie necesita.

Salgan los efemelenistas

de las cavernas mentales

Para exponer lo que el sector de trabajo del país piensa de nuestras relaciones con Estados Unidos y el rechazo a la insultadera, una comisión formada por miembros de ARENA y representantes del sector productivo está en estos momentos en Washington para exponer lo que son las tradicionales relaciones de nuestro país con Estados Unidos, comenzando porque muchos han estudiado en universidades allá o tienen a sus hijos en ellas. Todos hablan inglés, todos conocen las costumbres del país, todos guardan lazos de amistad y afecto con familias estadounidenses.

Y esto también se puede decir de la mayoría de salvadoreños que en una u otra condición viven allá: son respetuosos de la ley y encajan bien con sus vecinos y compañeros en el trabajo. No puede juzgárseles por lo que exaltados aquí y delincuentes allá andan haciendo.

Dios mediante, las aguas se calmen y deje la extrema izquierda de lado su discurso “antiyankee y antiimperialista” y vaya rápidamente haciendo la transición de las cavernas ideológicas totalitarias y del odio a las sociedades contemporáneas basadas en la democracia, la tolerancia, las libertades fundamentales y la fe en Dios.