Salud, trabajo y prosperidad anhelan los salvadoreños

La aspiración es normal en toda persona bien nacida. Nadie quiere perder su libertad, el derecho a escoger lo que mejor se adapta a sus intereses, lo que más encaja con sus gustos y personalidad.

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Por Mirna Navarrete

12 January 2018

Salud, trabajo y prosperidad es lo que desea para el nuevo año la mayoría de salvadoreños; son pocos los que vinculan estos anhelos con una “sociedad sin clases” donde tengan el privilegio de vivir como las abejas de una colmena que están forzadas a sostener enjambres de zánganos.

La aspiración es normal en toda persona bien nacida. Nadie quiere perder su libertad, el derecho a escoger lo que mejor se adapta a sus intereses, lo que más encaja con sus gustos y personalidad.

“Si me gusta ponerme camisas azules, no voy a dejar que me fuercen a usar camisas rojas” piensan.

“De gustibus non est ad disputandum”, sobre gustos no debe haber disputas, dice el adagio latino.

Se aplica otra máxima: “más sabe el loco de su casa que el cuerdo de la ajena”, por lo que nadie quiere que un autodesignado individuo venga a decirle cómo vivir y, lo que es todavía peor, cómo pensar y cómo actuar.

¿Que hay algunos que pretenden tener la sabiduría máxima para regimentar la vida ajena? Es precisamente lo que sucede dentro de las pandillas, donde unos individuos se imponen sobre un grupo esclavizado a la fuerza, les ordenan, los exponen a peligros, los involucran en luchas contra otras pandillas y, lo peor, deciden sobre sus vidas, los ejecutan y los hacen desaparecer.

Cada mañana la mayoría de salvadoreños, sobre todo los que disfrutamos de una medida de libertad, aunque tengamos obligaciones que cumplir, decidir sobre cosas simples, desde la ropa que usará ese día hasta cambios que propondrá en su labor.

Y es precisamente ese número casi infinito de decisiones que se toman en el mundo las que causan los cambios y están tras la evolución de las sociedades que no son despotismos.

Pocos quieren venderse como esclavos de un régimen

Al mencionar la salud como uno de sus deseos, la gente enfatiza lo que es la base de todo: sin buena salud casi todo lo otro sale sobrando, pues se puede tener un buen trabajo y gozar de una medida de prosperidad, pero sin la buena salud nada de eso se disfruta.

De tal realidad es que se entiende el rechazo de la población a los recortes en los presupuestos de Salud y Educación para asignarlos a finalidades políticas o simplemente despilfarrarlos.

Y por lo mismo la población rechaza y censura que incapaces estén al frente de las entidades que cuidan la salud de los salvadoreños; si no se tiene la capacidad y la experiencia para administrar recursos y manejar personal, aun con dinero las cosas andarán mal en perjuicio de los pacientes y de la población.

De allí los conflictos entre el buen personal de ciertos centros como el Hospital Zacamil y los petulantes incapaces al frente del ministerio que niegan por todos los medios que no pasa nada . ¿Recuerdan nuestros lectores el caso del diputado efemelenista que dijo que la mayoría de enfermedades de la población eran imaginarias y por lo mismo no había que hacerles mayor caso?

Será imposible que los salvadoreños consigan lo que desean —salud, trabajo y prosperidad— si el gobierno actual se empeña en meter al país en una camisa de fuerza como a los locos en un manicomio.