Ponen a incondicionales en las instituciones

Christiane Amanpour dijo muy recientemente que sin libre expresión no existe democracia alguna. Y no se ha dado el caso de ninguna dictadura en el mundo que permita a sus súbditos expresarse con libertad.

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Por Mirna Navarrete

23 November 2017

La jugada del oficialismo de nombrar a un no idóneo e incondicional en la posición que corresponde al sector productivo en instituciones clave, como se denuncia que ha ocurrido en la Siget, evidencia las movidas del grupo en el poder contra la libertad de información, del inalienable derecho de los salvadoreños de saber, comunicarse, escoger lo que les interesan, les agrada, los entretiene y les avisa de amenazas y peligros.

Es lo mismo que hicieron con el Consejo del Salario Mínimo o cuando se sustituyó a los representantes del sector privado en las entidades autónomas. A toda costa y apoyándose en grupos creados de manera exprés, colocan a incondicionales en esas posiciones.

La movida ahora va contra los que invierten en radiodifusoras, periódicos y revistas, canales de televisión, vallas y todo aquello que difunde hechos y material de entretenimiento.

Una cosa es el que arriesga recursos, prestigio, tiempo y vida en llegar a los ojos, oídos, mentes y corazones de los pobladores, y otra, la de individuos al servicio de quien los nombra y paga.

En su ciego fanatismo, una forma de locura, los socialistas del Siglo XXI pretenden escoger lo que un pueblo debe saber o no debe saber. Las permanentes peroratas, el ensalzamiento de los déspotas, los ataques al “imperialismo”, la loas a la “revolución” es lo que bombardea día y noche a los pobres súbditos, a los siervos de la dictadura, que en su desesperación oyen en secreto emisoras occidentales pero a riesgo de ser castigados severamente si los descubren o si sus indoctrinados hijos o familiares los denuncian.

En esos infiernos hay una irrestricta libertad de elogio a los déspotas.

Christiane Amanpour dijo muy recientemente que sin libre expresión no existe democracia alguna. Y no se ha dado el caso de ninguna dictadura en el mundo que permita a sus súbditos expresarse con libertad.

El principal objetivo de los totalitarios es acabar con los medios independientes

La naturaleza de lo que se informa y difunde va cambiando con el paso de los meses y años, pues es el mercado, las encuestas, las preferencias de lectores y oyentes los que en parte determinan contenidos; los diarios de hoy son muy distintos de los de hace diez, veinte u ochenta años, aunque al menos en el caso de EL DIARIO DE HOY su credo y sus principios siguen inalterables: defendemos la libertad y defendemos la civilización occidental, lo que es la Civilización.

Tómese el caso de Nicaragua: aunque no hay una censura formal, el régimen ha ido adueñándose de prácticamente todas las emisoras y estaciones de televisión, proceso que también tiene lugar en Venezuela. Y al ser así los rumores y decires son el medio como la gente sabe de lo que pasa dentro del país.

Únicamente el diario La Prensa, que fue de Pedro Joaquín Chamorro, es independiente del régimen.

Los padres tienen derecho de dosificar y escoger lo que sus hijos ven, oyen y leen, pero no de censurarlos. Y si alguien en el barrio pretende decirle a los vecinos que ellos leerán, escucharán y verán lo que él juzgue adecuado, por ser el cabecilla marero o el comisario político que se impone por el terror (Maduro, Raúl Castro), es de amarrarlo y meterlo en el manicomio.

Los que pretenden amordazarnos, cegarnos y ensordecernos son los mismos que niegan información, destruyen documentos, montan griteríos.