Ideas engusanadas contra las gestiones por el TPS

Es ciertamente fácil desdeñar el trabajo de otros cuando se tiene empleo que se supone asegurado no por capacidad, honestidad o simpatía, sino por ser parte de un grupo de privilegiados.

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Por Mirna Navarrete

09 November 2017

Un diputado oficialista de ideas engusanadas dijo que el país no debe ponerse de rodillas ante Estados Unidos por lo del TPS, lo que es muy fácil decir cuando se tiene un puesto y no se depende de remesas.

Que el canciller Martínez, cumpliendo con su deber haya viajado a Washington para gestionar a favor de los salvadoreños en Estados Unidos no es que haya ido para “ponerse de rodillas” sino para interceder por la buena gente que está allá y por las familias que mucho dependen de las remesas que reciben.

Son muchos centenares de miles de personas que se benefician con el trabajo honesto de esos salvadoreños. Hacer labores con eficiencia, aunque se esté en condición de indocumentado, “mojado”, reivindica a cualquier persona. De ese trabajo depende la subsistencia de cada salvadoreño y de su familia inmediata, como de la familia que dejó en El Salvador.

Pero también las personas que cuidan y que sirven, los hoteles y casas que limpian y ordenan, los restaurantes donde laboran, los talleres en que hacen pequeños servicios y que además son una escuela para ellos... todos merecen que se consideren personas útiles y merecen que se luche por ellos, sin que su causa se trate con desdén como lo hace el diputado.

Esos salvadoreños, como los centroamericanos que están en igual condición, no son mantenidos ni activistas contratados y además desempeñan labores que muchas veces nadie quiere asumir.

Es ciertamente fácil desdeñar el trabajo de otros cuando se tiene un puesto que se supone asegurado no por capacidad, honestidad o simpatía, sino por ser parte de un grupo de privilegiados.

Apuestan por las cavernas, pues no les importa el desarrollo nacional

Hay que pensar también en los motivos que llevaron a tantos salvadoreños, millones de ellos, a emigrar a Estados Unidos y otros países, encarando toda clase de peligros en el camino y un futuro incierto debido a la guerra que se desató en El Salvador y destruyó económicamente al país, arruinó muchas industrias y empresas, desoló pueblos y ciudades, diezmó familias, afectó la educación de millones de niños y jóvenes dejándolos sin posibilidad de adquirir los conocimientos y las destreza con qué labrarse un futuro.

Esa destrucción arruinó la infraestructura vial, el suministro de energía, servicios esenciales de salud y agua, los transportes.

Y lo grave es que esa carga de violencia ha sido el germen para muchos en este país, ahora parte de las maras que asesinan por asesinar y han creado un sistema de servidumbre humana, una nueva esclavitud como el esquema jerárquico donde los cabecillas solo se van cuando mueren o los matan.

Este diputado, que destila odio cada vez que habla, ve con menosprecio los esfuerzos en favor de nuestros connacionales en Estados Unidos y el mundo, ya que, para él, interceder por ellos equivale a lamer la bota de los que pueden ayudarnos.

Lo que ocurre es que el fondo él y su gente siguen empeñados en hundirnos en las cavernas, pues sólo les interesa lo que les beneficia a ellos.

El resto de la gente que vea cómo se las arregla.