Alianza para la Prosperidad y un gobierno que va a la inversa

Una señal del deterioro económico e institucional de El Salvador bajo la extrema izquierda es que Honduras recibe tres veces más inversión foránea que El Salvador. Y de no corregirse tal rumbo, El Salvador puede convertirse en otro Estado fallido.

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Por Mirna Navarrete

19 September 2017

En orden político democrático, crecimiento económico y transparencia son requisitos esenciales para formar parte de la Alianza para el Desarrollo del Triángulo Norte de Centro-América, reiteró la Embajadora de Estados Unidos, Jean Manes.

La ruta trazada por la diplomática es, empero, casi diametralmente opuesta al curso emprendido por el partido en el gobierno, por el irrespeto a principios democráticos esenciales, al crecimiento económico, a la seguridad jurídica y a la honestidad en de manejo de la cosa pública.

El desarrollo del Triángulo Norte es una cosa: lo contrario de las metas trazadas por los efemelenistas en su convención de diciembre de 2015. Lo que se proclamó en ese entonces y se viene aplicando es establecer en nuestro suelo una dictadura socialista del Siglo XXI como la venezolana, con todas las miserias y horrores que implica.

Una señal del deterioro económico e institucional de El Salvador bajo la extrema izquierda es que Honduras recibe tres veces más inversión foránea que El Salvador. Y de no corregirse tal rumbo, El Salvador puede convertirse en otro Estado fallido como Venezuela, lo que menos conviene a la región y al Hemisferio.

No encajan con un Estado democrático los ataques y amenazas permanentes desde el oficialismo contra los medios de difusión salvadoreños, que ponen en peligro no sólo su independencia sino también su existencia misma, como ocurre en Cuba, donde los súbditos --pues no son ciudadanos-- están limitados a oír, ver y leer lo que se les dispensa, pues inclusive escuchar emisoras foráneas con frecuencia se califica como delito punible.

No hay economía que prospere sin reglas claras y confianza del sector productivo, factores que faltan en El Salvador, donde nadie sabe lo que puede sobrevenir de un día a otro.

No puede haber democracia política sin diario debate de la problemática nacional

La democracia política se basa en el voto individual, secreto e informado, lo que únicamente se da en países donde se debaten con libertad los problemas nacionales y se cuenta con medios de difusión libres e independientes.

La población debe conocer las hojas de vida de quienes aspiran a dirigirlos, lo que no es posible cuando un régimen o agrupación esconde antecedentes o, lo que es peor, los borra o destruye, como lo venía haciendo una empleada de la Policía, que cobraba dinero por “limpiar” historiales delictivos.

No hay sociedad democrática en la cual un gobierno rehúse tener relaciones fluidas y francas con los distintos sectores sociales, lo que es distinto a sentarse a un lado de una mesa teniendo al otro lado a los que escoge o designa, lo que es una manera de cargar los dados para llegar a conclusiones que le sean convenientes o que hayan sido determinadas de antemano, lo usual en países con regímenes autocráticos.

Son muchos los casos en que al lado de representantes del sector productivo el oficialismo sienta a quienes no representan a nadie que juegue un papel de alguna importancia en el país.

El único “recurso natural” de importancia en El Salvador es su buena gente, los que trabajan, no los mantenidos por ser miembros de un partido.