En el Oriente los ejecutan, acá los tratan con suavidad

descripción de la imagen

Por Elizabeth Castro

22 August 2017

A finales de julio, en Yemen un hombre fue ejecutado públicamente por violar y asesinar a una niña de cuatro años, y unas semanas mas tarde, otro individuo, de 22 años, fue también ejecutado públicamente por igual delito.

El castigo es usual en los países del Medio Oriente y Asia, que se esfuerzan por proteger a sus niños de pederastas y pedófilos, lo que contrasta con la sentencia de ocho años de cárcel que un juez impuso a un individuo que violó a su propia nieta de cuatro años.

El juez ordenó una indemnización de quinientos dólares, suma risible dada la magnitud del trauma de la pequeña, a lo que se suma que a los cinco años de la sentencia podría quedar en libertad.

Hay dos facetas en cuanto al castigo que recibirá el depravado: lo que le sucederá dentro de la cárcel, donde la ley que se aplica es la de “ojo por ojo y diente por diente” y la decisión de las autoridades judiciales de no revelar la identidad del convicto, aunque podría entenderse que es para no llevar a reconocer a la víctima.

En Estados Unidos y en la mayoría de países, el violador de niños queda marcado de por vida como un “child molester”, además de que al finalizar su condena, que siempre son decenios de años, tiene que reportarse periódicamente a un juez y las familias en los vecindarios donde él viva son advertidas de que tal y cual individuo en la casa xx de la calle yy es un potencial delincuente.

La clase de sentencia del juez es suficiente para que las autoridades del Poder Judicial lo investiguen, revisando previos fallos, sus finanzas y su conducta personal.

Es imposible prevenir estos casos pero disuadir a potenciales criminales solo se conseguirá si las penas se equiparan a los perjuicios.

Y en tal sentido la abolición de la pena de muerte es la causa de que tanto criminal y verdugo de niños ande suelto.

En un país centroamericano se viene protestando por la práctica policial de cubrir a criminales o “sospechosos” capturados, pues impide por una parte a los vecindarios a conocer quienes son los malacates en su medio, como a otras víctimas sumarse a las denuncias.

Y fue precisamente porque se publicaron las fotos de un sujeto que violaba mujeres en la zona de Merliot, que las víctimas lo reconocieron y se unieron a las denuncias.

No hacerlo es contribuir a la indefensión de la ciudadanía frente al crimen.

Al suprimirse la enseñanza moral se destapó la olla de espantos

Ternura hacia niños hubo entre los hombres neanderthales de la Era Glacial, como crueldad entre los cartagineses como se relata en Salambó de Flaubert.

Lo que está sucediendo es en parte debido a la cuota de sicópatas que cada generación humana trae consigo, como a la falta de enseñanza moral y cívica, disciplinas escolares que fueron suprimidas hace muchos años por presión de consultores que ofrecían muchas garantías a los imputados y dejaban expuestas a las víctimas y testigos, a los cuales incluso se obligaba a descubrirse frente a los hechores en los juicios y ser víctimas de posteriores represalias.

Y las consecuencias las viene sufriendo El Salvador desde entonces, país donde “la vida no vale nada” y se va de carnicería en carnicería, horrores sin final.