Salvadoreños pagan caro por apoyo del gobierno a dictadura

Lo que todos esperaríamos es que los efemelenistas abran los ojos, dejen los espejismos que desde hace décadas son su brújula, tomen como modelo naciones prósperas y pacten la paz de ideas con la mayoría de salvadoreños.

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Por Mirna Navarrete

17 August 2017

El respaldo del gobierno efemelenista a Venezuela, señaló Mauricio Choussy en una entrevista, le ha costado a El Salvador la cancelación del programa de Estados Unidos de refugio para menores CAM, aseveración que cordialmente queremos enmendar: se trata del apoyo del gobierno salvadoreño a la que se considera una narcodictadura en Venezuela, despotismo cuyos objetivos e intereses están radicalmente alejados de lo que es el alma de ese país.

Esta medida pone en vilo además a los casi 200 mil salvadoreños acogidos al Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que temen que no se les renueve en marzo próximo por las mismas razones.

Estos connacionales representan una fracción de los seis y tantos millones de salvadoreños que viven y trabajan en este suelo y que también sufren las consecuencias de posturas, políticas, desplantes, corrupción y ceguera de los socialistas del Siglo XXI, todo lo cual puede precipitar una debacle nacional.

Y muestras de ello abundan.

No acaban los partidos de oposición de aprobar una nueva política sobre los ahorros de los trabajadores, cuando el Ministro de Hacienda vuelve a la carga con las mismas viejas propuestas para quedárselos.

Y mientras esos fondos, producto del esfuerzo de los trabajadores de nuestro país estén allí, los intentos del oficialismo para caerles encima no van a cesar.

El desdén de los que capitanean el poder por el bienestar o los problemas de la gente se pone en evidencia día a día, como lo demuestra el aparatoso desorden creado por el Viceministerio de Transporte para sacarle a la gente cinco dólares, sin importar los graves inconvenientes que están causando.

Hay otra triste situación que poco les importa: las graves penurias que están sufriendo los hijos y las familias de los policías asesinados, asesinados por servir a su país. Y es que para el partido oficial lo que les importa es su bienestar y el de sus familias, no el de los agentes que día a día, semana tras semana, cumplen con su obligación de servir a la sociedad combatiendo el crimen.

Estas cosas suceden por una razón: a los efemelenistas les importa muy poco la situación de los que no están con ellos.

Hay, desde luego, otro importantísimo componente: la casi absoluta incapacidad de aquéllos de ver las consecuencias que llamaremos de segundo y tercer niveles, y así en adelante, que tienen sus actos y decisiones. Ellos ven lo inmediato, pero no pasan de allí, pues ni siquiera parecen saber que esas cadenas de efectos llegan lejos.

La ceguera tiene un nombre, que es fanatismo. Y fanatismo es cuando alguien está mentalmente ciego a muchas de las realidades que lo circundan, como cuando se ufanan de que el país está bien y próspero cuando todas las señales dicen lo contrario.

Ojalá que abran los ojos y dejen el fanatismo que los ciega

Lo que todos esperaríamos es que los efemelenistas abran los ojos, dejen los espejismos que desde hace décadas son su brújula, tomen como modelo naciones prósperas y pacten la paz de ideas con la mayoría de salvadoreños.

Inclusive no se necesita emular a nadie, sino volver a lo que éramos hace cuarenta años: un país en crecimiento que alcanzó niveles del Segundo Mundo, que era muy competitivo, donde la población se esforzaba en superarse estudiando o siendo responsables en sus trabajos, capacitándose en lo que hacían.