De las treguas con pandillas es que surge la violencia

La tregua sólo sirvió para que los delincuentes se reagruparan, se armaran y la emprendieran de nuevo contra la gente. Y la consecuencia es clara y aterradora.

descripción de la imagen

Por Mirna Navarrete

10 August 2017

Funes, de acuerdo con declaraciones de Monseñor Fabio Colindres, avaló el nefasto proceso de “tregua” facilitado por su régimen entre las pandillas, que ha llevado al país a la espantosa espiral de violencia que actualmente victimiza a los salvadoreños.

Monseñor Colindres lo declaró en el juicio en el que se busca establecer cómo se llegó a pactar con criminales y quiénes estuvieron detrás de ello, aunque la lógica indica que las treguas tuvieron el aval de las entidades y funcionarios relacionados con la seguridad interna, pues era esencial coordinar a los involucrados para que el proceso fuera posible.

Treguas se han declarado a lo largo de la historia, las que una, o dos de las partes utilizan para reagruparse, rearmarse y fortalecerse, como viene sucediendo en el Medio Oriente desde hace décadas y sucedió aquí.

Los grupos se comprometieron en 2012 a disminuir el número de homicidios, pero las autoridades judiciales y forenses han determinado que fue una falacia y que siguieron matando, sólo que enterraban a sus víctimas de manera subrepticia. Prueba de ellos son los cementerios clandestinos que poco a poco se han ido descubriendo.

La tregua sólo sirvió para que los delincuentes se reagruparan, se armaran y la emprendieran de nuevo contra la gente. Y la consecuencia es clara y aterradora: en este suelo la vida vale cada vez menos, llegándose al extremo que el domingo un criminal mató a un universitario y músico en la colonia Montserrat, muy cerca del cuartel de policía, para robarle el celular, truncando la vida de un joven esforzado, que deja un enorme vacío y un imperecedero dolor en su familia y las personas cercanas a él.

La tragedia se repite día a día en toda la República, como ha sucedido en el último mes. Entre los casos se registran los siguientes:

A mediados de julio Jennifer Paulina Mónchez Hernández, de 23 años y residente en la comunidad Las Palmas, fue asesinada y su cuerpo dejado en el río Acelhuate. Se dedicaba a la danza moderna y trabajaba en un restaurante situado en la calle a El Boquerón.

El estudiante Marvin Jonathan Romero Sandoval, de 19 años, fue ultimado el 31 de julio cuando viajaba en una mototaxi en la colonia San Luis, a 150 metros de la subdelegación policial de San Martín. Un día antes los hermanos Bryan Alberto, de 18 años, y Carlos Javier, de 15, ambos Medrano Martínez, fueron asesinados frente a sus casa en la colonia San Mauricio, de Mejicanos. Uno era estudiante y el otro trabajaba en una panadería.

Mientras, Gustavo Alejandro Arias Aquino, de 25 años, quien estaba a punto de graduarse en Diseño Gráfico, fue asesinado y su cuerpo abandonado en la colonia Costa Rica, el 22 de junio.

¿De dónde surge la “cultura” de la muerte?

Es la planta sembrada por los violentos

Lo que sucede son las prácticas características de la extrema izquierda violenta, que recurre a cualquier medio, desde las extorsiones, el fraude y los asesinatos, para lograr lo que plantean como su objetivo final, “la sociedad sin clases” que es el nombre del control casi absoluto de una banda sobre un conglomerado, como fue en la ya despanchurrada Unión Soviética y ahora en Cuba.

Las bandas criminales, por su lado, se apoyan en tal ejemplo para victimizar a un pueblo, en muchos casos drogando a sus pandilleros que con ello se deshumanizan de manera radical, si es que hay una manera de describir al que mata a otro para robarle un celular a pesar de que estaba a punto de entregarlo.