Guaidó pide a la ONU una misión en Venezuela sin carga ideológica

Ningún dictador asesino ni menos regímenes que se sostienen con el narcotráfico va a dejar el poder voluntariamente, o va a ceder en sus brutalidades por “presión diplomática”

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11 March 2019

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, está por llegar a Venezuela con un equipo verificador.

En su último informe, Bachelet advierte que la situación venezolana “ilustra claramente la manera en que la violación de los derechos civiles y políticos, incluyendo la falta de respeto a las libertades fundamentales y a la independencia de instituciones claves, puede acentuar el declive de los derechos económicos y sociales”. Esto, agrega el informe, es la causa de múltiples protestas, que son reprimidas brutalmente por la Guardia Nacional de Maduro.

Un panorama similar expone sobre Nicaragua, donde destaca “la persecución contra los disidentes y contra la libertad de prensa”.

Pero Bachelet falla, primero al atribuir a las sanciones internacionales contra Maduro el agravamiento de la crisis, cuando en realidad es lo que frena al dictador para que no cometa peores atropellos; lo segundo, ella aboga por el “diálogo” en Nicaragua, sabiendo que Ortega solo lo utiliza para ganar tiempo y bajar las aguas.

En vista de estos hechos, el legítimo presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, le pidió a la ex gobernante socialista que constate, “sin ideologías”, la situación en su país y le aclaró que las sanciones van contra los corruptos chavistas y no contra el país.

Con regímenes violadores de los derechos humanos como el de Maduro y Ortega hablar de “diálogo” equivale a enfrentar con cánticos a una fiera con rabia, a los del ISIS con prédicas religiosas, a un loco armado que se atrinchera con rehenes, enviándole ramos de flores con niños pequeños.

Ningún dictador asesino ni menos regímenes que se sostienen con el narcotráfico va a dejar el poder voluntariamente, o va a ceder en sus brutalidades por “presión diplomática”. A tal clase de endemoniados sólo se les saca del poder por la fuerza una vez se agotan todos los recursos pacíficos, como ha ocurrido ahora.

A estas alturas no es posible ignorar que a los corruptos los protegen grupos cómplices o individuos a quienes les hacen ofertas imposibles de rehusar, como evidentemente es el caso de quienes pretendieron lavar la cara de los narcoterroristas de las FARC, o los que arrastran los pies cuando hay órdenes de captura internacionales contra corruptos y ladrones de izquierda.

No sabemos de ningún dictador que haya dejado el poder voluntariamente, a menos que todo a su alrededor se esté derrumbando, como ocurrió con los sátrapas del Oriente Europeo; a Ceacescu y a la mujer los fusilaron; Honecker escapó a Moscú y luego a Chile para evitar ser juzgado por las decenas de asesinados en el Muro de Berlín. Hitler se suicidó mientras al resto de cabecillas del nazismo —es “nacional-socialismo”, no olviden— los ahorcaron en Nuremberg.

Los dictadores de todos los tiempos, incluyendo a los de nuestra época como Bouteflika, de Argelia, echan mano de todo para perpetuarse en el poder, como los Castro en Cuba y Evo en Bolivia, que acaba de recetarse quince años más en la presidencia.

No más burlas a las víctimas y pueblos

Las fuerzas que oponen a Maduro, que representan a prácticamente todos los venezolanos y que son lideradas por el presidente Guaidó, conocen los antecedentes y las intenciones de los agentes izquierdosos enquistados en las organizaciones internacionales y no quieren que se carguen los dados en favor de Maduro pero en contra de las víctimas de la represión.

Eso es lo que han hecho en Nicaragua, donde abogar por “el diálogo” con Ortega es una burla a periodistas nicaragüenses, a líderes de la oposición, a los productores de todo tamaño, que están sufriendo las consecuencias del desplome económico nacional.

Hablar de “diálogo” da la impresión de que se quiere contrarrestar lo que John Bolton, consejero de seguridad de Estados Unidos, dijo o dio a entender a Ortega: sus días están contados. ¿Hay espacio para “diálogos” cuando hay crímenes de lesa humanidad y ya son casi quinientos los muertos en las matanzas perpetradas por sus esbirros, además de los miles de victimizados y encarcelados?