El ultimátum de Pompeo a los dictadores es “cesen la matanza y lárguense”

La defensa de la democracia es la defensa de la civilización, un combate a la barbarie y a los abusos de poder, un alto a las tropelías de aquellos que se burlan de seres indefensos.

descripción de la imagen

Por

24 February 2019

Los contundentes mensajes de Washington, tanto a Maduro como a Ortega, constituyen un ultimátum para que dejen de masacrar y se larguen, pues la única opción tolerable es la democrática, la de gobiernos transparentes sometidos a la ley y que reconocen los derechos inalienables del ciudadano.

La defensa de la democracia es la defensa de la civilización, un combate a la barbarie y a los abusos de poder, un alto a las tropelías de aquellos que se burlan de seres indefensos, como los juicios que se realizan contra sacerdotes violadores y pederastas, o la lucha de Occidente contra las bandas enloquecidas de ISIS y alQaeda. El terrorismo es la antítesis de la democracia.

La tragedia de Venezuela, como antes la de Alemania o la de Turquía, es que individuos electos democráticamente creen que con ello se les otorga una licencia para perpetuarse, una patente de corsario para perseguir, asesinar, censurar y enriquecerse.

Erdogan, uno de los cuestionables aliados de Maduro, dio al traste con la democracia turca, luminosa herencia de Ataturk, quien modernizó la nación; la Kirchner abusó de la democracia argentina, lo que aprovechó para amasar una enorme fortuna; en China, para detener el camino hacia la libertad y hacer de la nación una amenaza contra sus vecinos, se monta un nuevo imperialismo, como lo ha dicho con toda vehemencia la presidenta de la República de China en Taiwán, que se pregunta quiénes seguirán después si los chinos continentales aniquilan su país.

Al limpiar a Venezuela y Nicaragua, las democracias hispanoamericanas deben cuidarse de que no surja de nuevo una dictadura u otro déspota en la “República de Miranda”, como si después de erradicar una enfermedad en tal región, brote en otra, como está sucediendo con el sarampión y otros morbos a causa del desastre sanitario venezolano.

“La República de Miranda” es la imaginaria nación donde Buñuel, el genial cineasta, desarrolla la trama de “El discreto encanto de la burguesía”, con Fernando Rey.

Para preservar la libertad, no hay que dejar que amordacen a los vigías

En “La Peste”, obra de Albert Camus, se describe cómo se propaga un morbo, símbolo del fascismo, otra execrable dictadura, validando la advertencia de que “el precio de la libertad es la vigilancia eterna”, nunca bajar la guardia...

La primera condición para defender la libertad es que no se debe amordazar a los vigías ni montar un alboroto para que el mensaje se pierda y los soldados de la libertad no corran a rechazar la amenaza.

Tal cosa ha venido sucediendo primero con Funes y luego con el saliente gobierno: los rumores, los griteríos, las falsas acusaciones servían para confundir a la gente, desviar su mirada de los graves problemas nacionales.

En Cuba, donde se están dando inicios de impaciencia y rebelión, la dictadura además de amordazar a la gente la somete a un permanente bombardeo de consignas, difamaciones, amenazas y falsedades.

El oprobioso régimen ha monopolizado los micrófonos, por una parte, y montado un engranaje de delación y espionaje que convierte el hablar en una trampa que puede ser mortal para quienes no cuidan al milímetro lo que dicen.

Una de las más efectivas defensas contra las dictaduras es la prosperidad, el desarrollo, dar a cada quien lo suyo, principalmente reconocer sus derechos fundamentales.