¿Cuál reforma de salud?

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08 December 2018

El presidente Sánchez Cerén, los titulares del Minsal y la imaginaria propaganda del gobierno en periódicos y TV destacan la reforma del sistema de salud, para animar a los ciudadanos a votar por un tercer gobierno del Frente. Pero las dramáticas imágenes de los sufridos pacientes de los hospitales públicos más las constantes denuncias de los abnegados médicos por las vergonzosas condiciones de trabajo que realizan en forma heroica para aliviar el dolor y cumplir con el sagrado juramento hipocrático, ponen al descubierto la ingrata realidad. Incluso se rumorea que médicos generales están realizando procedimientos que no son de su especialidad. Poco importa la vida del paciente.

El Frente presume de haber suprimido las cuotas voluntarias, mediante la gratuidad de los servicios de salud. Pero no dicen que al paciente le toca comprar los medicamentos y material para realizar cirugías, porque la carencia es absoluta. Hay quienes han tenido que comprar por $120 el clavo para una operación en la cadera. El desabastecimiento ya es crónico, aunque la ministra siempre insiste en lo contrario. Y es normal programar citas para dentro de 3 meses, para enfermedades en fase terminal.

Prometen construir otro hospital, aunque el modernísimo hospital de maternidad tiene serias deficiencias de construcción que causan inundaciones, fallas en el sistema eléctrico, en el aire acondicionado, y donde nunca funcionaron las máquinas lavadoras; deben enviar cantidades de ropa al antiguo hospital, donde depositan en el piso la ropa sucia junto a la limpia, según fotografías aparecidas en los periódicos. No pueden reparar las calderas porque la Dirección General de Medicamentos no ha otorgado el permiso a la empresa que provee el gas para su funcionamiento.

Hay pacientes tirados en el suelo o en camillas y largas colas esperando atención, muchos sufriendo fuertes dolores, por la carencia de camas, personal, ropa y medicinas. Pero el Ministerio de Trabajo multó al Hospital Rosales por la sobrecarga laboral de sus empleados al exceder su capacidad de atención. Será necesario un rótulo que diga “No se aceptan pacientes porque estamos muy llenos”.

Se ha comentado el mal trato que reciben los estudiantes durante el internado, con insultos, amenazas, discriminación y acoso. Los castigos Sa-Mingo, turno de sábado a domingo, o el Lu-Lu, de lunes a lunes son comunes. El cuarto de internos tiene fugas de agua, paredes manchadas, algunos camarotes sin colchones y chatarra, que pareciera una bodega.

El Dr. José Afane, en interesante artículo, señalaba cómo la Ley de Medicamentos nos llevó a depender de las medicinas genéricas, que se encarecieron ante el abandono de la industria farmacéutica internacional. La disminución de precios solo fue un discurso populista, ya que la falta de competencia propició el aumento de los precios de los genéricos. Empresas como Pfizer, Bayer y Roche se fueron del país, causando serios daños tanto al bolsillo como a la salud de los consumidores. El caso de la Ceftrixona, a la que la ley de medicamentos puso un techo de $15, al retirarse Roche, el genérico salvadoreño que costaba $6, subió a $13. Ante las protestas del gremio médico, un galeno, exdiputado se atrevió a decir que “el 80 % de las enfermedades se curaban solas”. Pero ningún funcionario sufre las calamidades del sistema público, al gozar de seguro privado o viajar a Cuba o a los Estados Unidos.

Carlos y Carmen Aída comprobaron de primera mano la dramática situación del Rosales, y su propuesta contempla humanizar y universalizar los servicios mediante una estrategia de atención primaria de salud integral, lo que se logrará mediante el voto inteligente de los salvadoreños. No podemos dejar la salud del pueblo en manos más irresponsables que los gobiernos del Frente.

Maestra