¿Ha muerto Unamuno?

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27 November 2018

El 19 de julio de 1972 se emitió el Decreto Legislativo No. 41. El artículo 1 decía: “Las actuales autoridades, funcionarios y empleados de la Universidad de El Salvador cesan, desde la vigencia del presente Decreto, en el ejercicio de sus cargos”. Luego el artículo 6 disponía: “Facúltase al Poder Ejecutivo para tomar las providencias y medidas necesarias a efecto de dar cumplimiento al presente Decreto”. Con ello el presidente Arturo Armando Molina ocupó a la Fuerza Armada para intervenir la Universidad de El Salvador.

Tres años después una manifestación de estudiantes protestaba contra las violaciones a la autonomía universitaria por parte de la dictadura de Molina. Sobre la 25a. Avenida Norte les acorralaron los tanques. Fue un 30 de julio de 1975 cuando el ejército disparó contra los estudiantes de la Universidad de El Salvador, provocando un número indeterminado de muertos.

Cuatro décadas después, el pasado 15 de noviembre, el candidato presidencial del partido GANA, Nayib Bukele, realizó un mitin en la Universidad de El Salvador. Hablaba sobre impulsar iniciativas de ley que favorecieran a la Universidad. Dijo: “Y en esta ocasión, una vez en la presidencia de la República, ¿a quién nos van a lanzar para detenernos? ¿A la UMO? ¿A la Policía? ¿Al Ejército? No, señores, ellos van a marchar con nosotros. Ellos nos van a proteger a nosotros. Porque todos ellos son comandados por el Presidente de la República y Comandante General de las Fuerzas Armadas. ¿Qué les va a quedar? ¿Los custodios de la Asamblea? Le quitamos el permiso a la empresa de los custodios de la Asamblea. No van a tener quién nos detenga. Los únicos que nos pueden detener son ellos, aprobando las leyes en beneficio del pueblo. Es lo único que nos va a detener. Ellos mismos, aprobando las leyes en beneficio del pueblo. Así se construye el poder popular”.

La historia de la Universidad de El Salvador volvía particularmente grotesco que algunos de sus estudiantes, y dentro de sus instalaciones, aplaudieran a un político cuando les proponía usar al Ejército para amedrentar a la Asamblea Legislativa.

En esta campaña electoral han abundado los insultos y promesas absurdas. Pero es la primera vez que se escucha el claro propósito de minar uno de los pilares fundamentales de la República: la separación de poderes. Eso es intolerable.

Las palabras del 15 de noviembre en la Universidad de El Salvador no son un pasajero exabrupto de un adolescente —que no lo es. Es una amenaza a la democracia, a la República y al orden constitucional. Un modelo de gobierno en que el presidente logra la aprobación de leyes mediante fuerza bruta se llama fascismo.

Los estudiantes que ese 15 de noviembre aplaudieron el uso del Ejército para fines antidemocráticos no parecen muy distintos a los jóvenes que el 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, celebraron las consignas fascistas del general Millán Astray: “¡Catalanes y vascos son la antiespaña! ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”.

En esa ocasión el rector de la universidad, un anciano Miguel de Unamuno, se levantó y dijo: “Callar, a veces, significa mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia”. E increpó a esa masa de jóvenes fascistas: “Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha: razón y derecho”.

¡Cuánta falta hizo la rebeldía de ese anciano el pasado 15 de noviembre! ¿Será que ha muerto Unamuno?

Abogado

@dolmedosanchez