El año social en medicina

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20 November 2018

El año social para las carreras médicas y paramédicas en El Salvador (medicina, odontología, enfermería y laboratorio clínico) es un requisito para que puedan graduarse los estudiantes que hayan egresado de cada institución de educación superior.

Representa, por un lado, un servicio que el futuro profesional presta a la población como parte de su formación y retribución para el pueblo, en carreras que se centran sobre una de las principales, si no la más importante garantía de naturaleza constitucional: la vida y la salud. Por otro lado, también permite al inminente profesional hacer una aplicación práctica de todo lo aprendido, además de tomar conciencia social y de familiarizarse con las enfermedades más comunes y las condiciones en que estas se presentan en los salvadoreños.

Se comprende entonces que más que un mero requisito administrativo, el servicio social implica el desarrollo y aplicación de valores humanos universales; pero también, de la correcta formación que los estudiantes hayan recibido en sus respectivas instituciones de salud.

Para el caso de profesionales, específicamente médicos generales y especialistas graduados en el extranjero, implica el cumplimiento de los procesos establecidos en ley de educación superior, así como el sistema de posgrados de la Universidad de El Salvador, entre otras regulaciones legales.

Y es en este proceso, donde el fanatismo de un gobierno que se hizo llamar falsamente de izquierda, por un sistema económico como el de Cuba, se extiende cual infección agresiva, hasta involucrar al proceso mismo de incorporación de médicos generales y especialistas graduados de la ELAM, en detrimento del principio de igualdad y equidad para con los médicos generales y especialistas que se han formado en nuestro país.

El favoritismo ha sido tan notorio como la norma: estos médicos habrán completado solamente 5 años de estudio, sin haber realizado un internado rotatorio ni exámenes privados cual con los graduados en El Salvador. Los trámites para incorporación los han tenido más asequibles, que como en tiempos anteriores lo hubieran sido por ejemplo, para un médico graduado en Miami.

El extremo lo hemos visto en las oportunidades laborales: colocación de médicos de la ELAM en puestos de alto rango y de confianza, devengando de inmediato y sin mediar antigüedad ni la intervención de un escalafón, salarios altísimos, muy por encima de lo que a un médico “salvadoreño” le hubiese costado diez o veinte años de trabajar, por ejemplo, dentro del Ministerio de Salud o el ISSS.

Habrá sucedido similar con la incorporación de “especialistas” formados en otro lugar, en otro sistema de salud, con desconocimiento de la realidad salvadoreña, y de cuya formación se ha discutido mucho en varios países de América latina, pero que en forma fanática han sido favorecidos por el actual gobierno.

Por ejemplo y para remarcar tanto el fanatismo como la hipocresía, sabemos de médicos gastroenterólogos graduados en Cuba, contratados en un remoto hospital de nuestro país que, por definición de ser un hospital de segundo nivel, carece, naturalmente, de la especialidad de gastroenterología y, por lo tanto, del equipo necesario para esta especialidad. Sin embargo, esta rara contratación de especialistas de la ELAM contrasta con hecho paralelo: el médico gastroenterólogo en mención tiene, muy cerca del hospital, su clínica privada con el equipo necesario para realizar endoscopías, servicio que, por supuesto, no presta a la población para la que es contratada dentro del hospital nacional.

Hemos visto un sistema que hipócritamente se vende como de izquierda, quizá bajo los famosos “médicos descalzos”, pero que en la cruda realidad de lo cotidiano se recetan a través de direcciones centralizadas en el Ministerio de Salud y el Seguro Social, salarios que podrían superar a los del presidente de la República o un diputado. Y por otro lado, los egresados como especialistas de Cuba salen al mercado laboral con una mentalidad totalmente capitalista y de mercado.

Por seguro que nada de ello sería reprochable, como sí lo es el fanatismo, el engaño a un pueblo que, después de una sangrienta guerra civil creyó en un poco de igualdad. O como mucho peor por el favoritismo, la creación de dumas burguesas; o el facilitar o premiar el haberse graduado como médicos en un país con un sistema económico que históricamente es caduco y obsoleto, mientras con las manos tras la espalda, se piensa en forma radicalmente capitalista.

Pero todos somos salvadoreños, graduados aquí, o allá, de una ultra o de la otra, el asunto entonces es que se apliquen con equidad todos los marcos legales para las carreras médicas y paramédicas, iniciando con los requisitos de incorporación y del año social, con la única finalidad que la población reciba los mejores servicios de los mejores profesionales, que las oportunidades laborales se basen en el mérito y no en un concepto ideológico tan superficial como de doble moral.

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