AMLO: seis largos años

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14 November 2018

El 1 de diciembre México vivirá una “segunda alternancia”. La primera tuvo lugar en el año 2000, con el nuevo siglo, cuando Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), ganó la presidencia de la República. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó por más de siete décadas. Instauró un sistema hegemónico que le permitió ganarlo todo en cada sexenio. La reforma electoral incentivó la constitución de nuevas opciones políticas que luego asumieron el papel de oposición equilibrando el balance de poder en el Congreso. La alternancia desplazó la preeminencia de una sola organización partidaria abriendo espacios hacia otras fuerzas políticas que ofrecieron “el cambio”. En las elecciones de 2000 los mexicanos rompieron con el sistema de un solo partido. En 2018 el incentivo fue uno muy distinto. Predominó el rechazo a lo establecido. Los electores volcaron su desencanto y frustración en las urnas. Al igual que en varios países latinoamericanos predominan los votantes sin lealtad ideológica ni partidaria y con alta volatilidad entre unos comicios y otros.

El PRI y el PAN se turnaron la presidencia por dieciocho años. A Fox le sucedió su correligionario panista, Felipe Calderón, y en 2012 el PRI regresó a Los Pinos con Enrique Peña Nieto como candidato. En julio de 2018 la inmensa ola de MORENA, el partido/movimiento de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), arrebató las posibilidades de triunfo de aquellos dos grandes institutos políticos. Se trató de una alternancia en la que los electores se inclinaron por los planteamientos disruptivos que ofrecían una interrupción súbita, inmediata en otras palabras, de los “males” que aquejan a la tierra tapatía.

El aspirante de MORENA ofreció acabar con la corrupción, vender el avión presidencial y no ocupar la residencia que habitan los mandatarios conocida como “Los Pinos”. Prometió dinero a los jóvenes, aumentar la pensión a los adultos mayores, recortar los sueldos de al menos cinco mil funcionarios públicos y bajarse él mismo el salario como presidente de la República. Durante la campaña dijo que no continuaría con la construcción de un moderno aeropuerto, ofreció un “tren maya” y propuso la edificación de refinerías para tener autosuficiencia energética.

AMLO ganó con más del 50 % de los votos. En un sistema con “balotaje” no habría sido necesaria la segunda vuelta. Sus adversarios políticos más importantes, Ricardo Anaya del PAN y José Meade del PRI, aceptaron la derrota a las ocho de la noche del día de la elección. Tres horas después, a las once, el Instituto Nacional Electoral (INE) anunció los resultados del conteo rápido, un mecanismo regulado en la legislación electoral. En el conteo del INE el presidenciable de MORENA obtuvo entre el 53 % y el 53.8 % de los votos frente a su más cercano contendiente de la Coalición Por México al Frente, Anaya, quien reflejaba según el INE, entre el 22.1 % y el 22.8 %. Además obtuvo la mayoría en el Congreso y el Senado de la República.

Como presidente electo, Andrés Manuel López Obrador celebró una “consulta popular” que no se encuentra regulada en la ley electoral, sin supervisión del INE y cuyos resultados no son vinculantes. Lo hizo para que “el pueblo” le indicara si debía sostener su decisión de no continuar con el levantamiento del aeropuerto de la Ciudad de México. Efectivamente los que participaron en ese ejercicio, un reducido grupo de personas, casi todos militantes de MORENA, le mandaron ratificar su promesa de olvidarse de la mencionada infraestructura, que por cierto presenta un avance del 30 %. López Obrador ha convocado a otro proceso de “democracia directa” para el 24 y 25 de noviembre con el propósito de preguntar a los mexicanos si aprueban su proyecto ferroviario. Lo hará, otra vez, como “presidente electo”, es decir, sin amparo legal. Con la primera consulta “la moneda del país se hundió y los bonos se debilitaron”.

Balance. La incertidumbre reina en los mercados mexicanos. Los discursos de AMLO se están alejando de la estabilidad que prometió la noche del 1 de julio, cuando se anunció su victoria. El INE podría convertirse en un “organizador de consultas”, el peso podría seguir depreciándose y la fuga de talentos está vaciando al sector público. A México le esperan seis largos años.

Doctor en derecho y politólogo