Me quito el sombrero

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14 November 2018

En tiempos en los que las tentaciones autoritarias están creciendo, la búsqueda de la verdad como garante de un sistema democrático es fundamental. Este rol ha sido delegado al periodismo, que a través de investigación, escrutinio y contraste de fuentes aspira a presentar datos que empoderen al ciudadano y derroten los discursos emocionales, maniqueístas y mentirosos.

Sin embargo, este ejercicio se encuentra bajo ataques que no son monopolio de un grupo en particular. Aquellos que simpatizan con la derecha dirán que su contraparte busca acallar los micrófonos incisivos, y aquellos de izquierda repetirán que es la derecha la enemiga del flujo libre de datos. Pero esto no es cierto. Para muestra, tres botones protagonizados por personajes aparentemente distantes, pero similares en la práctica:

El 1 de noviembre, en su residencia en Río de Janeiro el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, convocó a una conferencia de prensa, pero impidió el acceso a los medios Estadão, Folha de São Paulo y O Globo, además de agencias internacionales. Pese a que su asesor adujo “razones de espacio”, hubo más de 20 medios presentes y se impidió el acceso a aquellos más críticos, que además fueron el blanco de ataques de simpatizantes de Bolsonaro durante la campaña, de acuerdo a la Asociación Brasileña de Periodistas Investigativos (Abraji).

“CNN debería avergonzarse de que trabajes para ellos. Eres una persona terriblemente grosera”. Con esas palabras se dirigió el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al periodista Jim Acosta el 7 de noviembre cuando este cuestionó el uso emocional y proselitista de las caravanas de migrantes. El día siguiente le retiraron su credencial de prensa en la Casa Blanca. Días después, Trump le dijo a la periodista Abby Phillip, también de CNN: “haces muchas preguntas estúpidas”.

Ante un reporte de Freedom House que da cuenta de las restricciones del internet en Venezuela, el dirigente del oficialismo de ese país, Diosdado Cabello, descartó el informe y expresó que tres críticos medios del país solo difunden mentiras. En su programa “Con el mazo dando” expresó que “si usted ve (una noticia) en El Nacional en La Patilla o en El Pitazo tenga la seguridad de que eso es falso, es falso, mentira; todo está montado bajo intereses de grupos”.

Este desprestigio a los medios no viene de un ánimo honesto por rectificar la verdad, sino de obstaculizar su función, otorgar espacios privilegiados solo a periodistas “amistosos” y evitar rendir cuentas. Todas tácticas del manual de líderes autoritarios que ideológicamente poco se encuentran pero comparten el desdén por la democracia.

Afortunadamente, el periodismo en tiempos de ataques se agudiza y encuentra nuevos aliados en su misión de traer luz donde solo había opacidad. Entre estos, la sociedad civil y la academia.

En El Salvador, donde también nos enfrentamos a los embates de la conocida “pos-verdad” y la difusión constante de “noticias falsas” por medios cuestionables y notas sin autor, también hay luces de esperanza, las cuales son particularmente relevantes en periodo electoral.

Una de ellas es la que está dando la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) con su retador formato de Conversatorios Presidenciales, en los que cinco académicos y dos periodistas increpan a las cuatro fórmulas en contienda sobre cinco áreas prioritarias: institucionalidad, educación, seguridad, medio ambiente y economía.

Con su formato de preguntas, repreguntas e incisivo cuestionamiento buscan eliminar la peligrosa cultura del eslogan vacío y buscan que las audiencias conozcan propuestas de verdad (o sean conscientes de la falta de prioridades) en los aspirantes presidenciales.

Como dijo Joaquín Sabina, “está bien tener sombrero por si se presenta una buena ocasión para quitárselo”. Por eso, retiro mi simbólico sombrero a los académicos Álvaro Artiga, Manuel Trejo, Pauline Martin, Manuel Escalante, Sandra Gutiérrez y Saira Barrera; a los rigurosos moderadores Fátima Peña y Carlos Monterroza; y al rector de la UCA, Andreu Oliva. Gracias por su aporte a la democracia y no permitir que ningún candidato “se salga con la suya”, repitiendo frases sosas que merecen cuestionamiento y contraste.

Analista político