¿Empleo versus ira?

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13 November 2018

Tener empleo es la necesidad más grande que tiene la gente, señalan dos investigaciones de opinión pública, técnicamente bien hechas y con amplia muestra y espacio de tiempo entre una y la otra. Cierto es que nada está por encima de la vida del ser humano y que la inseguridad predomina en nuestro territorio, pero como mencionó una persona, “mientras a uno no le maten se intenta comer los tres tiempos”. Vistos los planteamientos de la campaña presidencial, Carlos Calleja tiene acá una oportunidad electoral, pues su oferta de generación de empleo se vuelve creíble. El problema de ARENA es de imagen —es visto con el FMLN como representantes del status quo—, falto de definición de mensajes y voceros.

El planteamiento de la campaña de Nayib Bukele, por su parte, está basada en el manejo de las emociones, léase capitalizar sobre la ira ciudadana, en especial por los casos de corrupción de los últimos expresidentes, pero también por la corriente global en contra de la tradicional forma de hacer política. Tras haberle dado dicho posicionamiento cierta ventaja inicial, su estrategia se volcó a intentar hacer ver que con antelación ganó la elección; empero, al no haber novedad en la campaña —de emociones no come la gente— más fallos como la presentación en la UCA o el capítulo Lufthansa/aclaración del aeropuerto de Múnich, de no venir cayendo cuando menos permanece estancado, faltando aún lo más intenso de la campaña.

En cuanto al oficialismo, el “Plan 10” que inició el gobierno —una mega campaña de publicidad— tras los resultados obtenidos por el FMLN el pasado marzo para mostrar algún grado de eficiencia en la gestión pública, es la plataforma sobre la cual se monta la campaña de Hugo Martínez porque el mayor problema que tiene el candidato efemelenista es la desastrosa gestión de su partido en el gobierno, más la defensa a ultranza de sujetos como Nicolás Maduro y Daniel Ortega, así como los intentos por hacerse del ojo pacho ante el caso del prófugo que permanece en la tierra de los lagos. La campaña del oficialismo viene de abajo hacia arriba y sus posibilidades crecen exponencialmente si baja Bukele.

Josué Alvarado, de Vamos, se lanzó a puro pecho a la contienda. Aporta hacia la campaña su imagen de predicador y de persona que llegó, trabajó y triunfo en los Estados Unidos, siendo de los pocos que regresan en esas condiciones a invertir y trabajar acá como empresario y desde ahí incursionar en la política. En términos prácticos, para el 3 de febrero Vamos dará balance a la conformación de las mesas de votación para el famoso “Día D”; en caso de haber segunda vuelta, y lo más probable es que la haya, los votos que haya obtenido en primera vuelta le serán sin lugar a duda, revaluados.

El manejo del territorio pesa también en las campañas políticas, para llegar los candidatos adonde vive la gente, visitándoles en sus comunidades, en especial si culminan en un coordinado esfuerzo que ayude a sacar a votar a los simpatizantes de cada quien y a la formación de los respectivos equipos para cuidar los votos en las urnas —equipos de “la defensa del voto”—. ¿Qué duda cabe que ARENA, en coalición con los partidos PCN, PDC y DS, como por su lado el FMLN, por ser partido oficial, tienen ventaja en este ámbito sobre GANA y, más aún, sobre Vamos? Por sofisticada e importante que pueda volverse una fuerza aérea difícilmente se ganan batallas sin el aporte de la infantería.

A dos meses y medio de la elección presidencial del 3 de febrero, con una economía estancada que no da lugar a la generación de oportunidades de empleo para la mayoría de sus ciudadanos, en especial para los miles de jóvenes que año tras año buscan ingresar al mercado laboral, los planteamientos estratégicos de campaña están trazados. Si se llega a las urnas en la disyuntiva entre empleo versus ira, a no ser que haya un nuevo escándalo de última hora, la lógica indica que los salvadoreños habríamos de inclinarnos por el empleo. Empero, como decía Ronald Reagan, en política “nunca hay que decir nunca”.

Abogado y periodista