La caravana y la apuesta

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06 November 2018

La caravana de salvadoreños que partió recientemente hacia Estados Unidos ha generado reacciones encontradas y posiciones extremas. Las discusiones acaloradas que han caracterizado los intercambios entre personas con posturas distintas, han hecho difícil que la situación se analice desde una perspectiva objetiva.

Las posturas menos reconciliables, probablemente, son las relacionadas a la hipótesis que las caravanas de centroamericanos han sido organizadas por personajes que pretenden utilizarlas para distraer la atención de problemas que afectan sus intereses, tanto en el escenario internacional como en el local. Debatir este tema es válido y muchos estiman que hasta necesario, pero las personas involucradas deben de tener claro que su discusión tiene el potencial de deslegitimar o minimizar la gravedad de los problemas que empujan a los más vulnerables arriesgar su vida, y hasta la de sus seres queridos, para escapar su realidad cotidiana. Es necesario, por lo tanto, enmarcar los debates de forma adecuada.

El Triángulo Norte de Centro América tiene años de estar sumergido en una profunda crisis. El deterioro de la economía y la seguridad han sido reconocidos reiteradamente en incontables reportes y estudios. La comunidad internacional ha donado millones de dólares para el financiamiento de múltiples iniciativas orientadas a revertir su declive, pero ninguna parece haber tenido un impacto sensible. La corrupción y el clientelismo partidario tienen mucho que ver con esto. Las redes de corrupción enquistadas en los aparatos estatales han puesto a funcionarios al servicio de criminales y desviado a las instituciones públicas de su misión. Los partidos ubican en puestos sensibles a personas incompetentes pero leales a sus intereses.

Aunque gobiernos de la región quieran utilizar las caravanas para desviar la atención de sus abusos y negligencias, realmente los visibilizan y magnifican poniéndole nombre y cara a las personas más afectadas por sus atropellos e incompetencia. Los reportajes de varios periodistas que acompañan a nuestros compatriotas en su camino hacia el Norte ofrecen un atisbo del sufrimiento que tienen que soportar. Los relatos hacen que reflexionemos sobre lo mala que tiene que ser su situación para someterse voluntariamente a la incertidumbre y extremo desgaste físico y emocional que conlleva el viaje que han decidido emprender.

La magnitud y gravedad de los problemas a los que hacen frente los ciudadanos en situación más vulnerable pasa desapercibida. Son pocas las ocasiones en que un incidente permite que las dimensionemos, especialmente en medio de la insensibilidad y falta de empatía cultivadas durante años viviendo situaciones que en otros lugares serían razón suficiente para que los funcionarios dimitieran sus cargos.

El sacrificio y sufrimiento de las personas que viajan en la caravana no tienen que pasar inadvertidos. Tenemos la obligación de luchar porque su calvario sirva para acabar contra la corrupción y los malos políticos, responsables de las crisis que los han empujado a emprender ese viaje. Tienen que servir como advertencia para que en las próximas elecciones se castigue a los candidatos que, como los que les han antecedido, traten de vender humo al electorado y se rehúsen a dar señales de que, en su posible gobierno, los mejores profesionales serán nombrados al frente de las instituciones públicas.

La única forma en que se neutralizarán las condiciones detrás de la hemorragia de personas de la que sufre el país es diseñando y ejecutando políticas públicas basadas en criterios técnicos y no en intereses particulares o partidarios. Otros países han demostrado que esto solamente es posible si se acaba con el clientelismo político y la corrupción, creando los mecanismos necesarios para que el nombramiento de funcionarios se base en méritos profesionales y de formación. Esta debe de ser la apuesta por la que tenemos que luchar todos los salvadoreños.

Criminólogo

@_carlos_ponce