Caravanas

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03 November 2018

Como parte de la historia de la humanidad los desplazamientos humanos o caravanas de millones de personas han estado marcados por la búsqueda de mejores oportunidades, de empleo, y El Salvador también ha tenido diversos episodios en los cuales miles de ciudadanos han migrado entre municipios y millones cruzaron las fronteras hacia Estados Unidos procurando un mejor futuro.

Hace 67 años miles de ciudadanos de Jucuapa, en Usulután, y de Chinameca, en San Miguel, huyeron en caravanas al centro y occidente de El Salvador dejando atrás la destrucción provocada por el terremoto de 6.3 grados Richter que dejó 300 muertos y destruyó el 95 por ciento de las casas de esos municipios, las cuales eran de bahareque.

Incendios en cañales, erupciones o inundaciones también provocaron caravanas al interior de este país. Y la guerra provocó el éxodo de miles de compatriotas. Millones se fueron desde los años 80 del siglo pasado a Estados Unidos, México, Canadá, Suecia, Italia y Australia.

Los más recientes éxodos o caravanas de personas que han buscado un mejor panorama para vivir han sido provocados por la delincuencia; Panchimalco, Caluco, Zaragoza, San José Villanueva y Mejicanos han estado entre los municipios donde decenas de familias debieron huir de los delincuentes.

Y en la época de Mauricio Funes hubo una caravana fuera de serie: la “caravana de la muerte”, protagonizada por los escoltas que con prepotencia arrollaron a varias personas, amedrentaron a conductores, incluso persiguieron y golpearon a un exfuncionario, todo para que el hoy prófugo y acusado de desviar $351 millones llegara a tiempo.

De funcionarios corruptos también ha habido sendas caravanas en las gestiones de Saca y Funes y muchos siguen desplazándose con impunidad.

Y la más reciente caravana, la que ha hecho desplazar en menos de una semana a más de 2,000 salvadoreños hacia Guatemala y México y que pretende llegar a Estados Unidos, ha sido precedida del mal de siempre de esta sociedad: la pobreza y la vivianada de algunos pocos. Para el caso, entre Saca y Funes —según las pesquisas de la Fiscalía— fueron desviados más de $650 millones que pudieron servir para generar empleos mejorando la infraestructura, educando o elevando la calidad de los hospitales y de paso frenar a que muchos solo tuvieran como opción de vida ser parte de cualquiera de las últimas dos caravanas y de las que vendrán...

Y ojo, estas caravanas son las masivas, porque he sido testigo en los últimos 25 años de “minicaravanas” en las que salvadoreños humildes, haciendo uso de buses internacionales hasta Guatemala o a la Frontera Guatemala-México, así se han ido entre 150 a 200 personas por día. Esas minicaravanas han pasado en silencio para cualquier gobierno, no así las cifras macroeconómicas en las que ellos han influido y que el Banco Central de Reserva anuncia en incrementos constantes de remesas (más de $440 millones por mes en los últimos años).

Y si Funes puso de moda la “caravana de la muerte”, es curioso y paradójico que las masivas —y vergonzosas— caravanas de salvadoreños las que se fueron en las últimas semanas, se van justo cuando el Gobierno del “buen vivir” bombardea en plan elecciones 2019 que ahora “es cuando hay más vasos de leche en las escuelas, útiles y uniformes escolares gratis, que hay más centros de salud, cuando dicen que la Universidad de El Salvador es gratuita, etc.”. Ni eso frena el flujo de migrantes hartos de la corrupción.

Lo que el Gobierno no ha sido capaz de aceptar ante organismos internacionales —a pesar de que lo demandan— es que hay desplazamientos provocados por la inseguridad, y esas familias son las que tienen algún representante en las últimas caravanas de hombres y mujeres que han optado por no creer en ningún otro político y que cansados optaron por alejarse de la campaña presidencial en la que sí les buscan para tener su voto.

“Vamos con la esperanza de llegar a Estados Unidos, aquí es imposible vivir, pero si no llegamos, lo habremos intentado... veremos qué pasa”, dijo un señor que se fue en el segundo grupo, con $30 en la bolsa, con un montón de incertidumbre, pero sí, mucho valor sobre su espalda.

Editor de Sucesos