La victoria electoral de Jair Bolsonaro en Brasil marca, en el Cono Sur, el aislamiento absoluto de los gobiernos “de la izquierda carnívora”, así llamada por Carlos Alberto Montaner, Plinio Apuleyo Mendoza y Alvaro Vargas Llosa, en los dos libros que escriben al respecto. Esa izquierda autoritaria, cleptómana y depredadora de la institucionalidad democrática, engendró el “Socialismo del Siglo XXI”, que despilfarró la riqueza natural de Venezuela (el que se hayan “forrado” algunos en el camino fue pura coincidencia), para sustituir al “Socialismo Real”, ya que, en su lógica, no fueron los conceptos de Marx y Engels (para no hablar de Lenin y Stalin) las que fallaron sino sus camaradas de la Europa del Este en su aplicación.
La más grande agrupación política de la izquierda latinoamericana, el Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil, que no se desempeñó como “izquierda carnívora” en el gobierno, sucumbió ante la ambición de Lula (ahora en prisión) de convertirse en líder latinoamericano. El escándalo de corrupción de la gigantesca constructora Odebrecht y lo que se conoce sobre el proceso judicial en su contra refleja el otorgamiento de contratos de construcción a cambio de mordidas y dádivas para hacerles llegar plata en el hemisferio a los afines al PT, apoyándoles electoralmente. Gracias, “amigo”, le dijo Mauricio Funes al ahora enjuiciado brasileño Joao Santana, especialista en marketing político, la noche de su elección en 2009.
El apogeo de la izquierda latinoamericana empezó a tambalearse con sonados casos de corrupción como el “mensalao”, hasta llegarse a la operación “Lava Jato”, la más grande investigación de un caso de corrupción en Brasil. Ahí se gestó la caída del PT porque Lula, que no actuó autoritariamente en el poder como Hugo Chávez, tenía la virtud —al igual que él— de saber conectar con los estratos más pobres de la población. Murió Chávez y con Maduro llegó la debacle generalizada que se vive ahora en Venezuela; y en Brasil, al sentirse la gente traicionada por los escándalos de corrupción y un errático manejo de la economía, quedó abierta la icónica Avenida Paulista para la aplastante victoria electoral de Jair Bolsonaro.
Argentina, Chile, Perú, Colombia, Paraguay, Ecuador, Brasil... ¿Quién puede dudar de que el péndulo está de regreso en el Cono Sur? Son gobiernos conservadores electos por la voluntad popular expresada en las urnas. Quien escribe esto respeta la voluntad del pueblo brasileño de haber elegido a “Bolso”, así como la de los mexicanos de haber elegido a “AMLO” para presidir su país. Me preocupa, eso sí, la salud de la democracia ya que la lucha que se libra en Latinoamérica es entre democracia versus populismo, que suele llevar hacia el autoritarismo mesiánico como el que pregonó Chávez. Suficiente daño nos hizo a los latinoamericanos el gen populista durante el siglo XX (Perón y compañía), para que se repita la historia en este siglo XXI.
Por el momento, en calidad de presidente electo, Bolsonaro está dando interesantes luces sobre su futuro gobierno, diciendo en entrevistas, por ejemplo, que buscará conversar con el incorruptible juez Sergio Moro (el del caso “Lava Jato”) para que sea su ministro de Justicia o, como segunda opción en 2020 que se abrirá la siguiente vacante, magistrado en el Tribunal Supremo. Su “gurú” económico y autor de su plan en la materia, Paulo Guedes, doctor en economía por la Universidad de Chicago —por lo que le conocen como “Chicago boy”— es quien da tranquilidad a los mercados sobre el gigante latinoamericano que tanto requiere de buenas políticas económicas para salir de la recesión en que se encuentra.
Así, habiendo llegado tanto AMLO como “Bolso” al poder, por voluntad de sus conciudadanos expresada en las urnas, que sean los pesos y contrapesos (“check and balances”) y la realidad de ejercer gobiernos eficientes, los que los hagan actuar con cordura, sin desvaríos, para bien de su gente y en general, de todos los que promovemos y defendemos el sistema democrático. Que el retorno del péndulo nos haya hecho a los latinoamericanos aprender de las lecciones.
Abogado y periodista